El culto de la mediocridad

Curioso que los slogans más socorridos hoy día sean aquellos que invitan a los consumidores a correr, con el pretexto de que el tiempo es oro.

Esta filosofía gringa [Time is Money] es precisamente la que está llevando al colapso la economía de los EUNA [Estados Unidos de Norte América, en español, cual debe de ser]. El transcurso de la línea del tiempo, aunque se haya modificado considerablemente a partir de Einstein, sigue dejando patente que es un continuo, susceptible de estirarse o comprimirse, pero continuo al fin.

La divisa de "Porque mañana es demasiado tarde", conlleva por lo menos 2 niveles apreciables a simple vista: la urgencia y la insuficiencia.

Un individuo consciente de que el día de mañana es insuficiente para lograr alcanzar los objetivos cualquiera que estos sean, se encontrará en una situación clarísima: hay que trabajar al doble de ritmo para 'sacar' el trabajo correspondiente al día de hoy y de mañana. Así, el día de hoy, al finalizar, podrá entregar su tarea 'a tiempo', y adelantándose al fatídico 'mañana tardío'.

Podría alegarse, y con justa razón, que la eficientización en los procesos y disminución de tiempos significan un ahorro a una empresa por simple que esta sea. Mas, una empresa que necesita echar mano en el presente del tiempo que tendrá 'el día de mañana' para poder tener sus tareas indispensables 'a tiempo' tiene y adolece de un error de apreciación gravísimo en la planificación de sus objetivos a corto y mediano plazo.

Las filosofías orientales [nosotros somos los orientales para aquellos que llamamos 'orientales', qué curioso!], basadas en un análisis zen de la acción, tienen como fundamento de su éxito las divisas de un presente permanentemente consciente. Pareciera que se adueñaron hasta el extremo de aquella divisa escolástica: 'carpe diem'.

Aprovechar los recursos y el tiempo presente es la clave de su éxito: no puede ser de otra forma. Lo que habemos en el presente es esencialmente aquello con lo que contamos, lo futuro aún no llega -y es difícil asegurarse en un 100% de que ese futuro llegará-, y lo pasado se ha ido.

Alguna vez, platicando con algunos empleados de oficina, me salió al paso un equivalente del mañana tardío: 'Urge entregar este trabajo: es para ayer'. No se habla de proyectos retrasados, se habla de proyectos que se entregan en presente y nacen retardados. Es la misma situación que la planteada anteriormente.

Si la empresa sustenta su éxito en la eficiencia de los empleados, tendremos el panorama devastador de que cada empleado es valioso en cuanto pertenece a una parte del proceso final para obtener un objetivo, o una meta. Fuera de ese campo de acción perfectamente delimitado, lo que suceda con el empleado es intrascendente.

Caemos en la situación anotada por Ortega y Gasset, la especialización como símbolo de barbarie cultivada. Esos mismos empleados especialistas en un paso, y sólo uno dentro del proceso global, terminan siendo incompetentes para cualquier otra actividad que quede fuera de esa misma actividad: esta es la razón de que el culto al individuo en la cultura norteamericana haya dado por resultado verdaderos imperios basados en la iniciativa de unos cuantos visionarios, que a su vez, sostienen el imperio con el trabajo y la visión miope de todos aquellos que operan bajo sus miras, órdenes y mandatos.

Un individuo especializado es sólo una pieza reemplazable dentro del sistema. Precisamente porque abdica a su derecho de no ser sólo eso. Y pasará a la historia como una pieza más, nunca como un motor... o eje.

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