Fratre: quizá nunca me perdones...

...mas era imposible dejar de publicar eso que era tuyo, y ahora siento mío.

He vuelto mío.

A cada momento dejamos de pertenecernos, escondiéndonos en 'los otros', repitiendo para los oídos propios aquello y sólo aquello que queremos oír: una figura a qué asirnos, una imagen que nos quede cual traje de sastre perfectamente amoldado al cuerpo.

Pero el dolor queda.

Y salimos del dolor porque no basta sufrir en la soledad: es necesario buscar fuera de las fronteras aquello que nos es insuficiente, es necesario buscar en los demás lo que hemos perdido. Por eso buscamos y anhelamos y exigimos paz, tranquilidad, emoción, calma y amor.

Por eso la poesía, aunque brote de nuestro corazón y por nuestros dedos, no nos pertenece:

siempre hay y habrá alguien buscándose en nosotros.

Te voglio bene assai, fratre.

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