Cuerpos.

Sólo la carne.

Los sentidos, un placer extraño, ajeno.

Tus sentidos. Tu placer.

Me detengo en tu vientre,
profanado una y otra vez, cedido por voluntad propia
a un extraño que, poseyéndote
arrancará de tí un gemido, un susurro,
quizá los espasmos que te devuelvan la conciencia
de que ese otro cuerpo que goza
no es más tuyo
que tu propio presente,
que el olor de los sudores
mezclados con el perfume,
con el aroma que brota de las sábanas,
aromas cálidos, enervantes
y luego
cediendo aún más
llegarás a la ruptura íntima perfecta
del presente en un remedo de conciencia
que llamamos "/orgasmo/",
porque lo otro, los "//orgasmos//"
son esencias, presentes indefinidos
de nosotros que alguna vez
coincidimos y nos miramos a los ojos
en esa cama que pensamos, ingenuamente,
era nuestra.

Sobre el papel
poseeré tu figura.

Y serás mía
con los ojos.
Estos ojos que ahora
son más tuyos que míos.

México, Frontera Norte.
Algún día perdido en el 2003

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