Tres guiños de Leonardo Favio

Alguna vez, una de mis amistades cibernéticas me cuestionaba sobre mi afición por Perales. Aducía argumentos a favor de Serrat. Claro que me gusta y también me encanta Serrat, aunque si pusiera su música cuatro o cinco horas seguidas me sentiría tan abotagado como con cuatro o cinco horas de una estación radial cualquiera. Por eso de vez en vez regreso a Perales, como en este momento.

Horas antes, a punto de tomar el colectivo, pensaba en las canciones de Leonardo Favio.

Me gustan desde hace mucho sus canciones, aunque últimamente las oigo y escucho poco. Aficiones heredadas de mi madre.

Encontré pequeños detalles, esos precisos pequeños detalles que también de pronto surgen en Perales.

De la canción de Graffitti, cerca del final, humorístico y cruel el verso aquel:

'Qué hija de pueblo fue
la que engañó a Javier...?'

Hija de pueblo es una fase ambivalente, tanto para significar un grado ínfimo socialmente hablando, cuanto por la primer sílaba de la palabra 'pueblo' pasa a ser un denotante de la abreviatura de aquella otra palabra altisonante: 'Prostituta'. Increíble que esa canción haya podido ser grabada y quizá transmitida por la radio.

Segundo guiño:

"Que otra vez será...
que otra vez será...
tierno amanecer
sé que nunca más..." [De 'Fuiste mía un verano']

Aquí encontramos una transgresión al tópico machista, por lo menos, centroamericano. 'Sé que nunca más' es una frase típicamente atribuida a labios de mujer, Favio la toma y hace posible que un hombre la cante, y la sienta. Se adelanta a Nacho Cano y su 'Lado Femenino'.

El tercero, en la canción 'La foto de carnet':

[Ella] Y vos... ¿qué vas a hacer?
[El] Yo me quedaré...
es otra forma de partir... ¿nó?

Este es un diálogo que le hubiera gustado a Cortázar o a Borges, si es que ellos oían la música de Favio alguna vez. Es un juego de espejos 'que se deslizan': ella se vá, y él, aunque pretende quedarse, también emprenderá el camino, más complejo por el hecho mismo de que será un camino temporal, y no espacial.

Vaya manera que tienen los intérpretes de guiñarnos los ojos de vez en cuando, y esto con sus recursos meramente acústicos.

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