[MERDE!] Il nome della Rosa como protesta

Si descargan el documento a que puede accederse pulsando el título del post anterior, encontrarán estos párrafos:

En 1978 Aldo Moro es asesinado por las Brigadas Rojas. Moro, con el llamado "compromiso histórico", había tendido por primera vez los vínculos entre la democracia cristiana y el partido comunista italiano. Este acontecimiento golpea fuertemente al intelectual Eco, simpatizante de la izquierda y profesor en la Universidad de Bolonia, la universidad roja italiana. ¿Qué hacer? Eco responde con una novela: El nombre de la rosa, publicada en 1980. En ella, por lo mismo, hay una intencionalidad política y una tesis estética: la dimensión política del arte y del intelectual que lo crea. De ahí que sea toda una reflexión sobre dos modos de pensar y vivir la cultura. Burgos es la cultura de la intolerancia, paradigma del platónico "yo tengo la verdad", del cristiano "yo soy el camino, la verdad y la vida" absolutizado, en nombre de los cuales establece un régimen autocrático, sin permitir la risa, es decir, la duda, la discusión, el debate... simbolizados en el pretendido manuscrito aristotélico sobre la comedia que reposa en la biblioteca del monasterio. Baskerville es la cultura de la tolerancia, es la risa que sabe que en lugar del "yo tengo la verdad" hay que proclamar el "yo busco la verdad", que declara que en la cultura nada es definitivo, que todo debe permearse de un sano escepticismo y relativismo, sin ningún tipo de jacobismo y dogmatismo fundamentalista. Burgos y Baskerville, por lo dicho, son medievales y no medievales, son ficciones literarias de carne y hueso, existen en todas las épocas y lugares. En ellos se patentiza que todo hecho cultural es una tensión entre lo particular (Baskerville el nominalista) y lo universal (Burgos el metafísico), entre lo concreto histórico y lo abstracto ahistórico, entre la transformación de la tradición y la defensa acérrima de la tradición. Baskerville defiende las alteridades, las diferencias culturales, el diferir de las diferencias, nunca las pone como paradigmas, son una posibilidad humana que puede ser discutida y revisada. Burgos defiende el universalismo absoluto del cristianismo como única posibilidad cultural. Lo demás es el error. "Fuera de la Iglesia no hay salvación", he ahí su consigna.

Esta tensión entre lo particular y lo universal, la diferencia y la homogeneidad es lo que Eco pone en movimiento con los medievales-no medievales Baskerville-Burgos. Quienes tienen conciencia de esta tensión son el filósofo, el literato y el historiador, por lo menos en la manera como Eco entiende la novela histórica: "Adso me sirvió para resolver otra cuestión más. Hubiera podido desarrollar la historia en un Medioevo en el cual todos sabían de qué se hablaba. Si en una historia contemporánea un personaje dice que el Vaticano no aprobaría su divorcio, no se debe explicar qué es el Vaticano y por qué no aprueba el divorcio. Pero en una novela histórica no se puede hacer eso porque también se narra para aclarar mejor, a nosotros, contemporáneos, lo que ha sucedido, y el sentido en el cual ha sucedido cuenta también para nosotros".[1]



[1] ECO, U. Apostillas a El nombre de la rosa. Barcelona: Editorial Lumen, 1985, p. 43.


Lindo!



El segundo párrafo puede dar una ligera matización al último post de Aira en su blog:

http://aieux.blogsome.com/2006/10/25/de-la-charla-con-juan/

y su pregunta:

¿Qué es lo que hace que un escritor sea bueno?

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