Dinero

A los veintiséis años, Marx escribió sobre el "poder deformador del dinero": "Para mí, lo que llega a ser mediante el dinero, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, soy yo mismo, el propietario del dinero. La fuerza del dinero es equivalente a mi fuerza. Las cualidades del dinero son mías o sea las cualidades y características esenciales de su propietario. Por tanto, lo que yo soy y puedo no está en absoluto determinado por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprar a la mujer más hermosa. Por consiguiente, no soy feo, pues el efecto de la fealdad y su poder intimidador han sido destruidos por el dinero. Yo -mi individualidad- soy paralítico. Soy un hombre malo, insincero, sin gracia ni escrúpulos, pero se adora el dinero y, en consencuen[115]cia, también a su propietario. El dinero es el máximo bien, por tanto, su propietario es bueno; el dinero me ahorra el trabajo de ser insincero y se me considera un ser sincero. Soy estúpido, pero el dinero es el auténtico espíritu de las cosas, ¿cómo podrá su propietario carecer de ingenio? Además, él puede comprar a la gente ingeniosa, y quien tiene el poder sobre los ingeniosos, ¿no será más ingenioso que el mismo ingenioso? Yo, que puedo adquirir todo lo que desea el corazón gracias al dinero, ¿no poseo yo todas las capacidades humanas? ¿No transforma por tanto el dinero mi incapacidad en su opuesto? La deformación y confusión de todas las cualidades humanas y naturales, la confraternidad de todas las imposibilidades, el poder divino del dinero se halla en su esencia: es la esencia genérica enajenada, alienada y vendida del hombre. Es la capacidad enajenada de la humanidad".

Heinrich Böll, "Karl Marx" [1961], en "Heinrich Böll - Más allá de la literatura - Ensayos Políticos y Literarios", Bruguera, Narradores de hoy, Textos - 104, pp. 97-117.

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