El pasado nos acusa [Crítica de las razones prácticas]

La imagen progresista de la que goza el catolicismo político alemán en el resto del mundo me parece bastante dudosa si la confrontamos con su hipocresía mezclada con traición, con el estado actual de la conciencia intelectual y con la definitiva disposición a ser obediente, manifiesta en la absoluta aceptación del rearme. ¡Pero no terminará bien! La impostura también tiene sus límites. No se trata de negar la credibilidad a teólogos tan geniales como Rahner, Ratzinger y Küng; sin embargo, el suelo en que esta teología podría echar raíces no sólo es poco consistente, sino que además está fertilizado con el peor abono disponible, con la obediencia política. ¿De qué sirven las libertades dentro de la Iglesia cuando los católicos siguen siendo tan sumisos? Si las cosas siguen este camino, Roma se podrá convertir en una buena distracción para olvidar a Bonn. En Bonn, sin embargo, y no en otro lugar, se decide si los católicos alemanes son capaces de ser realmente libres. Para un escritor, los resultados (muy alentadores, vistos desde dentro de la Iglesia) del Concilio no son nada sensacionales y hasta carecen de importancia. Escribir (como pintar, componer, bailar, etc.) es quizá una de las pocas manifestaciones reales de la libertad y de la liberación. Todo escritor y artista debe cruzar ilegalmente alguna frontera: lo percibe pronto, cuando "disparan" contra él. Los católicos quizá vuelvan a comprender que la libertad y el arte son una y la misma cosa; y que el arte es una libertad ordenada y con una forma, y que la forma no es "vacío", sino espíritu.

Heinrich Böll, 'Carta a un joven no católico', 1966. [Vide infra]. p. 225. [Dedicada a Wallraff, Hans Günter (n 1942), autor de numerosos reportajes críticos (sobre el ejército, la prensa del consorcio Springer, etc.).].

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