De dignitate humana

Aira: no creas que me olvidé de aquella susodicha respuesta-comentario [a estas alturas ya no sé que es] . Falta de tiempo, que no de interés.

No te responderé in more refutatione, esto es, afirmación-negación por afirmación-negación. Expondré tan brevemente como me sea posible mi postura ante tus cuestionamientos, y quizá, de alguna manera, estaré también dilucidando un par de cuestiones inherentes a tema tan espinoso, escabroso, y humano.

El problema de la 'sociedad de convivencia' se encuentra, de plano, en el concepto mismo del término que evoca. Una sociedad de convivencia es un contrato igual en peso, circunstancias, derechos y obligaciones, que el tradicional convenio matrimonial, o 'sociedad matrimonial'.

La razón oscura y retorcida de los legalistas les han impedido darle ese mismo nombre, denigrando inherentemente a quienes quieran amparar su estado de vida bajo una sociedad con características que han sido exclusas 'a priori' de esa primera 'sociedad matrimonial', esto es: que chocan, o no caben, dentro de los cánones de una sociedad heterosexual.

Para lograr dilucidar esta situación es necesario hacer algo que no se ha hecho aún -o quizá apenas si comienza a hacerse- que es: tomar en cuenta la experiencia y vivencia de quienes han vivido en situaciones similares, más que en formular teorías que pretendan tener el valor de axiomas irrefutables.

La dignidad humana es algo inherente al ser humano, y no puede ser ni destruida ni negada a ser humano alguno bajo ninguna circunstancia. Y la ley tan escueta, 'macueca', diríase por allí, sólo es un débil y bochornoso comienzo, ante el re-planteamiento que supone la existencia de una realidad mil veces pasada por alto, y es la de relaciones interpersonales que sobrepasan o exceden los cánones establecidos, en todos los niveles: físicos, emocionales, culturales, morales...

Y la única puntualización sobre tu post, Aira: si tiendes a tomar como estandarte la 'naturaleza' humana para salir en defensa de esas 'sociedades de convivencia', tendrás que laxar el término hasta incluir en él, forzosamente: necrofilia, bestialidad, gerontofilia. Ninguna de estas acepciones o comportamientos sobresalen o sobrepasan los límites de la naturaleza humana, y creo que he quedado corto, faltan algunos más. En la naturaleza humana se encuentra lo terrible, lo sublime, la ternezza, el amor que nos permite dar la vida por otra persona, y el odio que nos lleva a matar a golpes, o linchar e incinerar a un delincuente que ha sido atrapado en el momento de cometer sus fechorías.

Es el peligro que ha de sortearse: anteponer la dignidad de una unión elegida con libertad por ambas partes a un enarbolamiento de cánones que, aunque estén basados en la constitución y 'las buenas conciencias' en infinitas ocasiones resultan ser más dañinos para las sociedades matrimoniales convencionales.

Todo lo que hacemos con miras a ayudar a un semejante, termina siendo a fin de cuentas, un esfuerzo para ayudarnos a nosotros mismos.

Salud.

Greg.

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