El último de los Carrara

[...] El misterio y el alejamiento de Dios de tales existencias* cobró nuevo y peculiar matiz en la imaginación de los contemporáneos en virtud de la notoria superstición astrológica y la incredulidad de algunos tiranos. Cuando el último Carrara no podía defender ya los muros y puertas de su Padua (1405), sitiada por los venecianos y asolada por la peste, su guardia personal le oía por la noche invocar al diablo y pedirle que le matara.

*Las renacentistas. N. del trans.

En: Burckhardt, La cultura del renacimiento... Primera parte, apartado segundo, pág. 6. Col. Sepan cuántos...

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