Deus ex machina

Hoy es uno de esos días en que me pregunto por qué Dios no tiene una línea directa, para comunicarnos con él. Días como este se presentan de vez en vez... dos o tres veces al año, así que no es un padecimiento crónico.

Curiosamente, cuando me pregunto esto es cuando llega cierta estabilidad, dejando de lado el trabajo despiadado que tengo, y tratando de ignorar esa falta de tiempo que me obliga a no escribir tanto como quisiera, llega el gusanito de la duda a entrometerse y cuestionar el por qué las cosas son como son. Confieso mi determinismo por convicción: sé que la acción presente es la óptima posibilidad entre los millones de posibilidades existentes para mí en un momento determinado. Lo que queda fuera de estas elecciones, omisiones, errores o desvíos son meras figuraciones mentales. Juegos para entretener la psique.

Escalofriantemente hermosa la frase que reza: "Los hombres somos los órganos por los que la divinidad experimenta el mundo" [no es cita literal... por degracia no recuerdo de momento quién lo dijo, aunque Unamuno lo incluye en alguno de sus libros].

Desde lejos percibo a Simitrio, escribiendo y entreteniéndose a fondo con su última creación, y con aquellos que actualmente le crean [léase: Adriana y Emanuel], percibo a Luda, una Luda etérea y difuminada como realizada en ese festejo por un año de vida de alguien que también es su vida y poco más que su vida, percibo a mi esposa, floreciendo y viviendo su alegría que comparte conmigo día a día.

No puedo evitar formular la quaestio de la siguiente manera:

¿Qué es lo que tiene Dios planeado para mí?

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