Sobre el aborto, otros problemas sociales, y su trasfondo [III]

En cuanto a la religión -por algo la sociedad permisiva tuvo su origen en los grandes países capitalistas y protestantes- al fragmentarse en sectas y relativizar sus creencias, deja de ser una referencia moral unívoca; es más, es una referencia equívoca, desde el punto en que los mismos ministros que condenan el aborto como una nueva matanza de Inocentes, autorizan a los fieles, si es que no los exhortan, a dar su voto a aquellas fuerzas políticas que anuncian a bombo y platillo la institucionalización del aborto.
La sociedad permisiva empezó su carrera como sociedad de consumo; empezó por convertir al obrero en consumidor, es decir, que en lugar de fundarse en el trabajo pasó a fundarse en el consumo. El que la gente trabaje tiene menos importancia que el que la gente consuma. Interesa menos educar a los jóvenes y buscarles trabajo que convertirlos en consumidores, hasta el punto de que sobre el ocio de una juventud a la que nunca le falta dinero, se ha montado una de las industrias más lucrativas de nuestro tiempo: la industria de la contracultura. Dentro de la contracultura cabe todo lo que se oponga a lo que en la sociedad represiva se entendía por cultura. La algarabía rock, el lenguaje del hampa, el desaliño indumentario, el exhibicionismo, la greña, la mugre, las motocicletas estrepitosas, los alardes luminotécnicos, las drogas y la ciencia ficción como sucedáneo de la trascendencia, y el ecologismo como sucedáneo del amor al prójimo.

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