De historia antiqva

No tengo cable, y en la televisión local sólo 5 canales llegan el espacio de tiempo que puedo darme para ver televisión. Cuando llega la noche, y la madrugada, y la hora de darle el biberón a Yaretzi, entonces me pregunto por qué no bajé más películas de la mula. He visto algunas sobre conciertos de Horowitz, de Emil Gilels tocando la sonata 3 de Prokofiev y uno de sus preludios endemoniadamente masculinos, y también he vuelto a sacar de sus torretas algunos discos que tenía guardados desde hace algunos meses.

Unos que me han deleitado y que he visto con un nuevo ángulo, son los de la trilogía sobre el Señor de los Anillos.

En la tercera parte, 'El retorno del rey', aparece la escena terrible y grandiosa donde el Senescal, en Minas Tirit [se llama así?] está a punto de rostizar vivo a su hijo. Gandalf y uno de los hobbits llegan a tiempo para detener ese arranque culinario, pero no para impedir que el mismo senescal se rocíe de aceite y se encienda, para después salir corriendo desesperadamente hasta despeñarse desde la parte más alta de la ciudad.

Cuando la cámara se aleja vemos al individuo en cuestión caer desde lo alto, sobre la batalla despiadada que se libra en las partes bajas de la ciudad.

Es aquí donde he reflexionado, sobre un hecho nimio y sobre ese efecto de cámara perfectamente logrado, sobre la diferencia entre lo que es historia y lo que es La Historia.

Concibo La Historia como una conjunción de ejes motores sobre los que gira el transcurrir de un grupo determinado de hombres. Es la que se documenta en los libros de Gregorovius, Ranke, Burckhardt, Huizinga, Mommsen, y Michelet.

La otra historia es el transcurrir de hechos infinitesimales que no tienen repercusión allende el lugar y hora exactos donde transcurren. Por ejemplo, puedo enfermar del estómago y quedar caído en cama. Si el día de mañana reanudo mis labores, esa enfermedad misma quedará sin registro ni siquiera en mi memoria, y nadie tendrá interés en declarar que tal o cual cosa en verdad sucedión.

Pero si esta enfermedad me llevara a terminar la sonata para 5 instrumentos en la que trabajo, y resultara que dicha sonata fuera en un futuro improbable interpretada y esta interpretación tuviera impacto directo sobre un grupo de oyentes de tal forma que uno de esos oyentes perdidos en el grupo fuese impelido a su vez a algo más -criticar, estudiar, analizar, promover- dicha composición, entonces la enfermedad como tal y el efecto directo -incidente- sobre la obra final -la sonata- sería automáticamente parte de la Historia de la música.

La responsabilidad de nuestros actos es innegable: tienen un campo de influencia y repercusiones insospechadas.

Y estas acciones cuando se piensan para perdurar -independientemente del lapso de tiempo que se pretende perduren, per exempla: la diferencia entre una construcción hecha de bloques de concreto y granito y la escritura de un libro- implican la responsabilidad por parte del autor o autores de 'agregar al mundo un objeto más' cual dijo Borges, aunque sabemos que dicha acción puede ser también la de 'quitar del mundo un objeto más', entendiendo como 'objeto' algo tan aparentemente etéreo como el espacio de aire o la superficie ocupada por el objeto mencionado, cualquiera que este sea.

Y volviendo al tema de la historia contada en un filme: el mítico 'punto de vista' sigue y seguirá, no sé cuánto tiempo más, vigente.

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