Soy una persona de la que no hay nada que contar. Por más atento que escuche hacia adentro no oigo nada, sólo un eco sordo de la nada; a lo mejor abajo, en la cavidad abdominal, la actividad febril, ruidosa, de mis intestinos. No es que no fuera sensible a las impresiones, que me hubiese vuelto indiferente que no quisiera ver ni oír atentamente lo que me rodea, todo lo contrario: estoy más que despierto, antento, como mi perro, siempre esoty despierto, observo los más leves cambios de sonido o de luz, quizá demasiado despierto como para que algo de aquello pudiera permanecer poque la siguiente aparición ya quiere ser percibida. Una persona como un trozo de cinta ciega pegada ante el inicio de la cinta megnetofónica recubierta: uno puede esforzarse al máximo sin conseguir grabar el sonido más insignificante.

Marcel Beyer, "El técnico de sonido", p. 14

Comentarios