Timbiriche

Cuando veo a mi hermana menor cantando y bailando lo que se pretende sea un acto de resurrección a través de la pantalla, donde las canciones de hace una veintena de años vuelven y nos quieren atiborrar con sus mensajes de dobles y triples sentidos, realmente me cuestiono cuánta será la cultura y contracultura a que estaremos expuestos en los años próximos.

Ya casi nos libramos de Adal Ramones y sus diálogos mal etiquetados, ya nos libramos del Chespirito aunque ahora las caricaturas igual de insulsas que los programas con actores de hueso y carne siguen infectando el cerebro de los niños mal informados y mal cuidados por sus padres, y lo dije antes, Deo gratias nos libramos también del infausto influjo de Raúl Velasco. Están por un pie la Silvia Pinal y el 'Señor Telenovela', junto con Chabuelo.

Silvia Pinal y su programa que nada resuelve -al respecto el programa de Laura en América hacía algo más: de perdido ante la pantalla parecía que solucionaba algunos problemas con la espada desenvainada- sigue mostrando pero no denunciando, y mucho menos solucionando. Chabuelo explota un mercado lucrativo hasta el límite: la infancia de quienes son futuros consumidores. Y el Sr. Telenovela lucró con el morbo del pueblo, tan morboso ya de por sí.

Realmente es posible resucitar las canciones, y más aún, formar de las cenizas un grupo nuevo que llegue y suplante al original Timbiriche...?

Timbiriche comenzó cantando covers a montón. Después se adueñó de composiciones personalizadas, donde todo el grupo pasaba a segundo plano mientras una voz principal acompañaba la canción completa a manera de coro. Artimañas como esta permitieron a esa agrupación pop sobrevivir algunos años más cuando el concepto se había agotado y no había novedad alguna para brindarle al público.

Cuando veo a esos cuarentones cantando como si fueran adolescentes, dándoselas de divos consagrados, calificando como si realmente su opinión respecto a interpretación, desenvolvimiento y presencia escénica tuviera un fundamento algo más que empírico, siento que estamos cayendo en un abismo del que no hay escapatoria ninguna.

El proyecto de buscar una nueva banda de timbiriches fructuficará -no puede no hacerlo, sobre todo teniendo una campaña monstruosa de marketing a sus espaldas- y dará un par de discos porque tiene que dar un par de discos.

Y espero que de aquí a unos cinco años se haya olvidado tal euforia.

Si pudimos olvidarnos de ellos con todo y sus 25 años de bombardeo acústico, con gusto podré esperar otros cinco años para verme libre de tales intromisiones desde la radio, televisión, y portadas de revistas.

Greg.

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