Ma vlast II

Personalmente estoy convencido de que los libros, como tales, tienen por lo menos otros 500 años de vida. El semiólogo italiano nos ha permitido establecer la conveniencia de usar libros en lugar de medios electrónicos, nó como algo retrógrado, sino por razones eminentemente prácticas.

Conocemos bastante bien el cuentecillo aquel de 'si los libros fuesen un invento reciente...' así que no ahondaré sobre el tema de los libros y su utilidad en la praxis.

Burckhardt, en su obra sobre el renacimiento italiano, rescata las actitudes, impresiones y observaciones de los últimos poseedores de bibliotecas llenas de manuscritos, y el mal recibimiento que tuvieron las primeras ediciones impresas por tipos móviles. Prácticamente todos abominaban de tener un libro fabricado con medios totalmente mecánicos, y poco a poco fueron incluyéndose, agregándose, a las bibliotecas particulares o comunitarias.

Estamos ante una nueva etapa que marcará el desarrollo ulterior de la literatura en cuanto letra impresa: no debemos cerrar los ojos ante problemas como son la obtención de materia prima para la fabricación de los libros -que en un futuro próximo, aventuro, bien pudiera ser reemplazado el papel como tal por fibras sintéticas- al menos mientras los recursos como tales sigan existiendo y estando al alcance de la mano, seguirán publicándose libro tras libro. Problema mayúsculo: el costo de estos mismos. Entre más escasa sea la materia prima, se elevará más y más el costo de un libro cualquiera, y esto dará paso, paulatinamente, a una selección a priori basándose en criterios de utilidad. Algo así dejé plasmado en mi cuento 'Ars memoriae'. Los libros como objetos pasarán a ser precisamente 'objetos de culto', vedados a las masas, y caeremos en un nuevo oscurantismo, no ya por la ignorancia de lo que se tiene, sino por el tremendo valor que supondrá tener un libro cualquiera guardado en la biblioteca de la casa.

La situación que enfrentan los creadores hoy día, al llegar ante las grandes editoriales, es tan sencilla y prácticamente enunciable como: qué tanto impacto tendrá esta novela, una vez publicada? Y precisamente posiciones como estas son las que sitúan a las editoriales actuales en una situación que antaño nadie hubiera creído podrían haber ejercido algún día: una censura basada en el utilitarismo.

La novela que se escribe en español ha de tener también repercusiones en un lector de habla inglesa, checoeslovaca, o rusa, de lo contrario dicha novela no pasará de ser un mero retrado de costumbres, y quedará relegada a cumplir la función de objeto causante de nostalgias, pero poco más. No concibo qué lugar pudiera tener el arte en una filtración como esta, en cuanto a contenidos se refiere. Podría servirnos muy bien al respecto la pregunta que se aventuró el cineasta a formular en su filme "Children of man": Cómo puedes no pensar que en cincuenta años, no habrá quién vea esto?

Aqui entra de lleno el papel del arte como tal en la vida cotidiana del hombre actual, y el desplazamiento por parte de este de todo aquello que no suponga una retribución, siquiera mínima, al esfuerzo que supone leer algo.

Viene en este momento mi segunda observación: no corresponde exclusivamente al ámbito de la literatura, o de la música o del cine o de cualquier otra arte, intentar responder cómo y de dónde brotará la solución para el problema de 'lo mexicano'.

El problema de lo mexicano, enunciado como tal, parte de un fundamento inexistente: pensar que 'los mexicanos existen'. Los mexicanos no existen, porque ni siquiera tiene nombre. Bastante he ahondado sobre este tema en posts anteriores. Y el conglomerado de culturas autóctonas, de regiones geográficas, etnias y costumbres que hemos dado en llamar, extraoficialmente hablando, 'México', no puede abarcarse de una sola mirada y con una sola expresión. La forma que exista, la solución buscada y encontrada deberá satisfacer plenamente la legitimización de todas las etnias, con sus propias cosmovisiones, incluyendo aquellas etnias con tintes artificiales o de fabricación reciente, como lo son las tribus urbanas y demás.

Podemos enunciar el problema clara y diáfanamente, y podemos hacerlo -y debemos hacerlo- con la conciencia y la certeza de que la solución de un problema radica precisamente en la coherencia que existe en la formulación del problema, esto es, la manera como está estructurada la pregunta que se pretende contestar.

Me inclino por pensar que, efectivamente, no es la pregunta idónea la formulada sobre el 'problema de lo mexicano', sino que deberá ser formulada viendo hacia afuera: cómo afrontar el problema de 'lo nó mexicano'?

Porque sin dar cara a estos enfrentamientos que han tenido ires y venires a lo largo de nuestra historia, seguiremos pensando que hace falta un tratado de mexicanidad cuando varios autores han expuesto y escrito insuperablemente sobre tales problemas.

No nos toca formular preguntas -de allí que tampoco nos toque confrontar elaboraciones e interrogaciones anteriores sobre estos problemas- lo que nos toca como generación 'casi inexistente' es precisamente dar una respuesta. Sin preocuparnos 'a priori' de los alcances de esta misma respuesta, mas siempre conscientes de que que este tiempo, y esta generación, es total y completamente nuestra.

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