Ma vlast IV [Que vaya y chingue a su madre]

No, no, no, no, nó!

YA TENÍA pensado no escribir ni una palabra más sobre este pinche tema, es más, mi post sobre la falacia del artículo que dá origen a esta serie lo deseché por consejo de Simitrio: dejar a los que viven de los reflectores que terminen de rostizarse en su propio resplandor.

Sí, carajo, pero cuando leo cosas como esta y la sarta de pendejadas que se pueden decir a diestra y siniestra desde cualquier revista que tiene 'pinta' de revista literaria o a lo menos de revista 'culta', me percato precisamente de que la falacia más atroz es la que se acepta sin cuestionamiento de tipo alguno.

Escribir la gran obra y también escribir honestamente y en la soledad no son dos cosas que estén divididas, encontradas o separadas. Esa es la fraudulenta afirmación de Jaime Mesa y su artículo mencionado.

Pero esto de querer embarcarnos a todos en un mismo viaje está de la chingada. Porque con la intención de estar mirando en una sola y única y misma dirección olvidamos las demás vertientes y que el punto de vista múltiple es válido porque no puede ser de otra forma: también son igualmente de válidas otras apreciaciones, aunque vengan en contra de lo que decimos y afirmamos, y esa es la ventaja de la generación de los 70's frente a la inmediatamente anterior.

Dilucidando un poco: me gusta masticar y tragarme mi propio alimento, y nó que me lo den regurgitado como pretende el señor de este artículo, a quien Tijuana le jodió el cerebro, como dice alguien que ha comentado al pie del mismo.

En fin, lo aterrador de la generación de los 70's como tal es que no necesita reflectores. Y esto aterra a las editoriales y a los críticos y a quienes han hecho de la literatura como tal su 'modus vivendi'. En esto desemboca todo el pinche pedo. Porque la literatura de los 70's ha comenzado a extender sus territorios al e-book, a los espacios cibernéticos, a la ciencia ficción-y NO NECESARIAMENTE, CHINGADO!-, y está tendiendo los puentes y será quien permita que la literatura como tal no se muera, o dicho a lo mejicano: que no se la cargue la chingada.

Por eso seguimos escribiendo, aunque a los dinosaurios y adictos al lsd no les guste.

Ni modo: aquí estamos, que no nos quieran prestar el reflector, es cuestión mínima y aparte.

J. Francisco A. Elizalde

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