Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México. 21-25.

Quod scripsi, scripsi!

21.- Los pasajes de Torquemada y de Bernal Díaz en que se habla de la iglesia, han dado materia de larga discusión a los apologistas. El hecho indudable es, que ninguno de estos autores menciona la Aparición. Aquí debo hacer una observación importante. Todos los apologistas, sin exceptuar uno solo, han caído en una equivocación inexplicable en tantos hombres de talento, y ha sido la de confundir constantemente la antigüedad del culto con la verdad de la Aparición y milagrosa pintura en la capa de Juan Diego. Se han fatigado en probar lo primero (que nadie niega, pues consta de documentos irrefragables), —11→ insistiendo en que con eso quedaba probado lo segundo, como si entre ambas cosas existiera la menor relación. Innumerables imágenes hay en nuestro país y fuera de él a que se tributa culto desde tiempo inmemorial, sin que de eso deduzca nadie que son de fábrica milagrosa: lo más que se ha hecho ha sido atribuirlas al evangelista San Lucas. Solamente de la de Guadalupe (que yo recuerde) se dice que haya sido bajada del cielo.

22.- El padre fray Martín de León, dominico, imprimió en 1611 su Camino del Cielo, en lengua mexicana, y en el folio 96 casi reprodujo e hizo suyo, después de tanto tiempo, el segundo texto de Sahagún. Dice así: «La tercera (disimulación) es tomada de los mismos nombres de los ídolos que en los tales pueblos se veneraban, que los nombres con que se significan en latín o romance son los propios en significación que significaban los nombres de estos ídolos, como en la ciudad de México, en el cerro donde está Nuestra Señora de Guadalupe, adoraban un ídolo de una diosa que llamaban Tonantzin, que es nuestra Madre, y este mismo nombre dan a Nuestra Señora, y ellos siempre dicen que van a Tonantzin, y muchos dellos lo entienden por lo antiguo y no por lo moderno de agora». Se refiere enseguida, como Sahagún, a la imagen de Santa Ana puesta en Tlaxcala y a la de San Juan Bautista en Tianquismanalco, la más supersticiosa que ha habido en toda la Nueva España. Es digno de notar que cuando estos antiguos misioneros tratan de las idolatrías encubiertas de los indios, saquen a cuento la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe. Mal se aviene esto con la creencia en el milagro1.

23.- Fray Luis de Cisneros; de la orden de la Merced, imprimió en 1621 su Historia de Nuestra Señora de los Remedios. El capítulo 4 del libro I se intitula: «De cómo las mas imágenes de devoción —12→ de Nuestra Señora tienen sus principios ocultos y milagrosos». Habla en él de varias imágenes de Europa y de Guatemala: mas no menciona la de Guadalupe, siendo así que trata de imágenes de principios milagrosos. En el siguiente capítulo habla ya de ella en estos términos: «El más antiguo (santuario) es el de Guadalupe, que está una legua de esta ciudad a la parte del norte, que es una imagen de gran devoción y concurso, casi desde que se ganó la tierra, que ha hecho y hace muchos milagros, a quien van haciendo una insigne iglesia que por orden y cuidado del Arzobispo está en muy buen punto». Nada de Aparición.

24.- Entre los libros que le dio el señor Andrade tiene Vuestra Señoría Ilustrísima el sermón de la Natividad de la Virgen María predicado por fray Juan de Zepeda, agustino, en la ermita de Guadalupe, extramuros de la ciudad de México, en la fiesta de la misma iglesia: impreso por Juan Blanco de Alcázar el año de 1622, en 4.º. Dos cosas hay notables en ese sermón: la una, que el predicador dice en la dedicatoria, que la Natividad (8 de septiembre) es la vocación de la ermita, y la otra que no habla palabra de la Aparición. Confírmase lo primero con el acta del Cabildo Ecco. de 29 de agosto de 1600. Ese día se dispuso que el domingo 10 de septiembre se celebrara la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora en la Ermita de Guadalupe por ser su advocación, y enseguida se pusiera la primera piedra para dar principio a la nueva iglesia. De donde claramente se deduce que para entonces todavía no le había ocurrido a nadie que la imagen fuera pintada en la tilma de Juan Diego; y que la fiesta titular era la del 8 de septiembre en que se celebran las de todas las imágenes que no tienen día señalado para su título particular: de suerte que noventa años después del supuesto aparecimiento no se pensaba todavía en celebrar el 12 de diciembre.

25.- Note igualmente Vuestra Señoría Ilustrísima que nada se habla de la Aparición de la Virgen de Guadalupe en los tres Concilios Mexicanos, ni en las Actas de los Cabildos Eclesiástico y Secular, anteriores al libro del padre Sánchez. El secular no hizo una alusión siquiera a aquel gran suceso, o a las solemnes traslaciones —13→ de la imagen, siendo así que en sus actas se encuentran referidos hasta los más insignificantes regocijos públicos.

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