Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México. 41 - 45.

Quod scripsi, scripsi!

41.- Como se advierte, la lista de documentos es bastante larga; pero la desgracia ha querido que (a excepción del número 13), ninguno se haya publicado, ni siquiera se sepa que exista en alguna parte. Aunque no sería extraño que algunos, o los más, se hubiesen perdido, esa desaparición total es inexplicable. Singulares apologistas los que, escribiendo obras, a veces bastante voluminosas, no reservaron un rincón para los documentos en que se apoyaban, habiendo gastado tanta tinta y papel para remendar un edificio que por todas partes se abre. Una colección de esos antiquísimos y rarísimos papeles en un pequeño cuaderno, valdría más que todas las apologías. Pero unos se perdieron, otros fueron robados; aquellos se vendieron por papel viejo, los de más allá se quemaron; en fin, todos han desaparecido, y ninguno se puede hoy examinar ni sujetar a crítica. Sólo se sabe que existieron, porque uno que los vio, lo dijo a otro, y éste a otro, y éste último a otro más, quien lo contó al que lo va escribiendo; y todos los intermediarios eran, por supuesto, personas ancianas, graves y veracísimas, para venir a parar, después de tantos trámites y ponderaciones, en el cuento de la carta aquella del señor Zumárraga que vio el padre Mesquia, y que se quemó tan oportunamente.

42.- Acerca de los números 1 y 2, es decir, los autos originales, y esa carta del señor Zumárraga, he dicho lo bastante; y pues sólo se dan como probables, afirmo que nunca existieron, y paso adelante. La misma calificación de probable trae la historia escrita por el padre Mendieta (n.º 3); más valiera decir con franqueza que nunca la hubo. Trátase de una relación de autor incierto, que Betancurt atribuía en duda al padre Mendieta o a Ixtlilxochitl. Florencia, propenso siempre a añadiduras y ribetes, ya dice que Betancurt le afirmó que era de Mendieta: —23→ vino Sigüenza y se enfadó contra el padre Florencia por haber añadido aquello después que él dio la aprobación a la Estrella del Norte: con tal motivo declara y aun jura que se trataba de la traducción parafrástica de un original mexicano de letra de don Antonio Valeriano, hecha por Ixtlilxochitl. Cabrera la atribuye a fray Francisco Gómez, que vino con el señor Zumárraga. Después de esto no comprendo cómo pudo dar el señor Tornel, ni aun por probable esa historia del padre Mendieta.

43.- El primero de los documentos ciertos es la historia de don Antonio Valeriano. Ya que Sigüenza jura que tuvo una relación de letra de don Antonio Valeriano, no pondré duda en ello. Pero aquí de la desgracia, porque esta pieza capital no existe, ni la ha visto ningún moderno, ni se ha publicado jamás, para que pudiéramos saber lo que decía y cómo lo decía. El padre Florencia, que tan ampliamente usó de ella, se proponía imprimirla al fin de su historia, y al cabo fue saliendo con la frialdad de que por haber resultado aquella muy abultada, ya no imprimía la relación; por lo cual le increpa fuertemente y con razón Conde y Oquendo. Siempre la fatalidad. Sigüenza, para corroborar que Mendieta no pudo ser autor de la tal relación, dice que en ella se leían algunos sucesos y casos milagrosos «que acontecieron años después de la muerte de dicho religioso». El padre Mendieta falleció en mayo de 1604 y don Antonio Valeriano en agosto de 1605; luego si se hablaba de sucesos ocurridos años después de 1604, no pudo escribirlos quien murió en el siguiente de 1605, y tampoco Valeriano es autor de ese papel, aunque pareciera escrito de su letra; o bien el documento está interpolado. En resumen, la relación no existe, ni puede conocerse más que por el extracto que de ella da Florencia, en el que no faltan, por cierto, pormenores inverosímiles. Los apologistas de la Aparición exigen que para comprobar el argumento negativo se les presente hasta el último papel posible e imaginable; al paso que dan como de recibo documentos dudosos, obscuros y enfermizos, que ni siquiera pueden exhibir.

44.- El cantar de don Francisco Plácido (n.º 5) se encuentra exactamente en igual caso. También ofreció Florencia —24→ imprimirlo, y también se le dejó en el tintero, por lo abultado del libro. ¿No pudo haber desechado algo de la mucha paja que éste tiene, para dejar hueco a papeles de tan alta importancia? Y si no quiso imprimirlos el que los tenía, ¿por qué formar queja de que ahora no se dé crédito a lo que sólo conocemos por noticias de segunda mano y extractos nada seguros? El cantar fue dado al padre Florencia por don Carlos de Sigüenza, quien le halló entre escritos de Chimalpáin. No falta quien piense que no ha habido escritor de tal nombre. Aunque yo no me atreva a tanto, creo que la sola circunstancia de haberse cantado el día que «de las casas del señor Obispo Zumárraga se llevó a la ermita de Guadalupe la sagrada imagen», basta para negar la autenticidad del himno, pues no hubo tal ocasión de que se cantase.

45.- Pasemos al mapa de las Informaciones de 1666. Doña Juana de la Concepción, india de 85 años, declaró que por haber sido su padre hombre muy curioso, todo cuanto pasaba en México y su comarca lo escribía y asentaba en mapas; y que en ellos tenía asentada, si mal no se acuerda, la Aparición. Y aquí viene la desgracia de siempre, porque al viejo le robaron aquellos mapas, y la hija no pudo dar más que esa indicación vaga, que no sé de qué sirva.

Comentarios