A Mario: apostilla sobre 'La Intervención del Estado'

Quod scripsi, scripsi!


Los historiógrafos coinciden -hasta hace 15 años por lo menos seguían coincidiendo- en que las 3 revoluciones existentes en fechas modernas y en la historia moderna son:

La Revolución francesa,

La Revolución rusa

y la Revolución mexicana.

Curiosamente también apuntan que a dichos movimientos revolucionarios sucedieron sendos periodos de gobierno centralizado en la figura de uno solo de los miembros iniciadores de dichos movimientos. Así, no es raro que Napoleón haya sido el emperador de los franceses, o que Stalin haya sentado sus reales en la extinta CCCP, o que en México se haya tenido una dictadura institucional, en la forma de un imperio presidencial con vigencia sexenal.

Es por eso que la palabra misma 'Revolución' aquí en México a nada nos sabe y sí nos hace sentir que efectivamente se nos retuercen las tripas y el hígado y que el corazón da vueltas sobre su propio eje, como dicen que dijo alguien por allí.

Lo que me obliga a seguir pensando y esperando que las cosas cambien en México es la inercia natural de todo movimiento que vá extendiéndose cada vez más y de forma callada, subterránea, pero constante y enérgica.

En varios blogs advierto un tinte de anti-nacionalismo que identifico con el grito de quien se siente adolorido porque una parte del cuerpo está engangrenada y urge hacer algo para mitigar el dolor sabiéndose que ese 'algo' es amputar efectivamente el miembro putrefacto.

Entre ellos citaré a dos: Luis Venegas, el colectivo México tierra de pendejos. Este antinacionalismo no es gratuito, nace de una crítica virulenta, enconada contra la situación actual del país, económica, social, y moralmente hablando. Y tarde que temprano se llega a la misma conclusión:

El futuro de México está en manos de los mexicanos, nó del gobierno de los mexicanos.

Precisamente anoche, en un brevísimo instante de zapping pasé sobre el noticiero de López Dóriga y Felipe Calderón apareció vanagloriándose de los 2 grandes 'golpes' dados al narcotráfico en estas semanas.

Y sonríe ante las cámaras como si hubiera sido el servicio de inteligencia quien llegara por sí mismo a descubrir el lugar de 'las operaciones', como si hubiera sido la policía ministerial y toda esa ralea quienes estaban haciendo su trabajo y hayan detectado movimientos y actitudes criminales, nada de eso pasó.

Todas las detenciones se han debido a llamadas anónimas, a esa nueva generación de mexicanos que no temen que les llamen chivatos, si dejándose llamar chivatos pueden hacer algo en favor 'del país'.

La imagen cuenta, estoy absolutamente de acuerdo en ello, lo que no alcanzo a comprender aún es por qué el ama de casa promedio -por ejemplo- se queja de que las telenovelas de Televisa están dándole vueltas al mismo argumento desde hace 15 años... y aún así siguen viendo esos bodrios, tampoco entiendo cómo esa misma gente que vé 'Bailando por un sueño' se queja de 'la inmoralidad' del reggetón pero aplaude a la chicas vestidas de teiboleras que enseñan pechuga y trasero en cadena nacional, y esos mismos televidentes son los que ponen el grito en el cielo cuando sus güercas de 14 años resultan embarazadas de no se sabe qué compañero de secundaria.

La conciencia existe, pero hay que buscar otro fenómeno que antes no había aparecido: el cansancio crónico. Aquí es donde me detengo porque el fenómeno del cansancio como tal parece que no ha sido abordado aún, sino en casos rarísimos, y esto dentro del contexto del desencanto social por cualquier tipo de gobierno.

Lo peligroso no está en los medios -aunque cualquier movimiento político que se precie de serlo comienza por agenciárselos para sus propios fines- sino en la idea de que a México le queda un futuro brillante y el más esperanzador de los horizontes... y que ese futuro y ese horizonte nos llegarán solitos, como por arte de magia.

Necesitamos dejar de creer en los brujos y chamanes.

Comentarios