Talamantes

Quod scripsi, scripsi!


El padre Salvador Talamantes tenía un vicio: fumar. Fumaba todo el día, así lo recordamos quienes lo recordamos. Un buen día llegó al salón de clase con una paletita, y desde allí en adelante lo vimos con puras paletitas. Ese padrecito canijo dejó de fumar de una vez para siempre. Sé que aún da clase en el Seminario Conciliar de Guadalupe, Zacatecas.

Él era de los pocos curas en Zacatecas que conocía el hebreo, no sé si algún otro idioma oriental también. Presumiblemente conocería algo de arameo, él daba clases de patrología y griego. No me tocó recibir clase de patrología, las de griego sí, más o menos un año.

Navegando por aquí y por allá encontré un sitio con una introducción muy amena, sencilla y práctica para aprender a escribir arameo, esa lengua en la que habló Jesús.




Aún conservo algunos apuntes de la clase de griego, donde llegaba con hojas manuscritas muy típicas, casi exactamente como la mostrada aquí arriba, con las declinaciones y los casos especiales de algunos vocablos.

Qué tiempos aquellos, hace poco más de quince años.

Esto vuela y pasa rápido, como tiene que ser. Lo poco de griego que sé lo aprendí de él, y eso es algo que hoy agradezco infinitamente.

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