Despenalización de las drogas

Quod scripsi, scripsi!

Hubo un tiempo en que pensé y públicamente afirmé que una salida rápida, efectiva y práctica para terminar con el problema del narcotráfico, era la despenalización de las drogas.

Y todo parece indicar que no soy el único que ha pensado así, ya se tomó la iniciativa muy a pecho un partido mexicano socialdemócrata, y como lo que realmente hace seguidores en este país tan dado a liderazgos fáciles, son los temas polémicos, habrá jaleo y faramalla.

Cuando lo escuché en la televisión hace un par de días, como iniciativa promovida por un partido político ví que en los últimos meses -mejor dicho, desde que nuestra maravillosa hija ilumina todos nuestros días con su presencia y su sonrisa la vida de la familia- he cambiado mi opinión al respecto, no tanto porque 'me haya hecho para atrás' o 'me haya rajado', sino en virtud de algo que sólo como un símil pudiera comprenderse:

la diferencia que existe entre un aborto espontáneo -y pocas veces deseado- y un aborto provocado, es la intención. Y es en esa intención donde se encuentra la moralidad o nó de un acto, la culpabilidad o nó de quienes tienen parte en el hecho en sí.

En el caso de las drogas sucede lo mismo, con la agravante de que, una vez que se constituya como una realidad, la legalización de las drogas en manos del gobierno de México tendrá la misma gravedad que la reforma impulsada en el D. F. para legalizar el aborto, y que ha dejado manchada de sangre inocente las lozas de un sinfín de hospitales dedicadas a la innoble tarea de matar niños en el vientre materno.

Y la cuestión es simple, sencilla hasta lo grotesco. Es más fácil para el gobierno ser permisivo, soportando la venta de drogas y la realización de abortos, que buscar poner una solución a problemas antiquísimos que tienen que ver con la educación, el decrecimiento económico -qué burrada es esa de 'crecimiento cero'? Eso no existe!-, la falta de confiabilidad en las instituciones gubernamentales... legalizar las drogas equivale precisamente a una confesión firmada y notariada del fracaso de cualquier gobierno independientemente de la ideología que profese y confiese.

Y hay razón para preocuparse, por dos motivos:

Primera, ahorita en la mañana escuché a Felipe Calderón hablando en un inglés más mocho que el mío 'The security of Mexico is the security of the U. S. A.' y que tradujo mediocremente como 'La seguridad en México es la seguridad de Estados Unidos', que en resumidas cuentas significa que México es una extensión de Estados Unidos, y por tanto, somos como pollitos y queremos a fuerza que mamá gallina nos cuide, porque nosotros solitos no podemos quitarnos las garrapatas de encima.

Y la segunda, porque lo más difícil -viendo de frente a la dizque 'archi' y 'ultra' conservadora sociedad méxicana- era legalizar el aborto... y ya lo hicieron en el D. F.; eso de legalizar las drogas es más fácil, porque en México a nadie le importan un montón de drogos, mariguanos y turulatos siempre y cuando no se metan con uno.

Ésta es mi hija:



...ahora díganme si no tengo el derecho de cambiar de opinión, y si no hay razón para que esté verdaderamente preocupado.

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