Moral, política y religión

Quod scripsi, scripsi!

La tentación de poner, como en algunos bares, un letrerito en mi blog donde se diga 'Prohibido hablar de política y religión' es algo a lo que podido sacar la vuelta. Y es una gran tentación ya que escribir de política y religión es algo que consume mucho tiempo, y siempre de alguna manera se resulta mal librado.

Dos comentarios en esta semana que recién termina aparecieron cada uno por su lado, y ambos convergiendo en puntos medulares: la reunión o congreso mundial de las familias auspiciada por el Vaticano y llevada a cabo en el DF y la asistencia del presidente Calderón con tintes de 'oficial' a dicho evento. Y para acabarla de poner díficil, estas noticias tienen su lugar en el blog de Luda y Mario, quienes se dan la vuelta alguna vez por este blog, y a quienes también visito frecuentemente.

Primero: el asunto de las familias en el blog de Luda.

El temido y llevado y traído 'Poder de la Iglesia' -poder que ha mermado considerablemente desde la constitución de 1856, e incluso antes, con la llegada a estas tierras de Poinsett- es algo que a los políticos mexicanos -más del 50% constituídos aún por el PRI y el PRD- le tiene sin cuidado. Hace veinticinco años se decía que el 98% de México era cristiano, y más exactamente, católico. Y en estos 25 años se obró la transformación profunda de ese cristianismo o catolicismo, dando paso a una proliferación de cultos resguardada por la Constitución y las leyes elementales conocidas como 'Derechos Humanos'.

A quien desee hacerlo le será posible advertir que la masa que conforma y nutre el creciente número de sectas de corte cristiano -y con un sabor innegablemente gringo, made and imported from the U. S. A.- están siendo alimentadas con ideologías -que no creencias- basadas en una concepción estadounidense tanto de la moral, como de la economía, y la política.

Históricamente hablando hubo una fractura tremenda y catastrófica con la elección papal hecha en la persona de Karol Wojtyla, quien cerró las puertas a todo cambio que amenazase a la tambaleante Iglesia Católica, que sufría espasmos ad internum sobre todo propiciados por las teologías de la liberación tan en auge en los 60 y 70's. Muchos asuntos se quedaron sobre la mesa, y empolvados en expedientes que el papa no quiso ni de chiste volver a ojear y hojear: la cuestión de los sacerdotes casados, la cuestión de la ordenación sacerdotal de mujeres, la cuestión de la disolución matrimonial, la cuestión de la intervención directa de los grupos católicos como partidos políticos en la vida internacional.

Llegándose a extremos contrarios a estos, el 'cierre' de la Iglesia a nuevas tendencias tanto civiles como políticas, y las concepciones cambiantes del mundo actual marcado por una economía 'globalizadora' pero más que nunca excluyente, México no pudo ser la excepción.

La simbólica primera visita del papa Juan Pablo II a México -hoy visita mítica- tenía como finalidad poner en claro el 'papel' de la Iglesia Católica en el mundo y su postura especto a un mundo cambiante cuya principal figura eran los Estados Unidos. Con su visita se pretendió poner en sobre-aviso a la Casa Blanca de lo que pasaría desde entonces: un principal interés en Latinoamérica que fue contestado inmediatamente por U. S. A. enviando a pastores ambulantes y proveyendo de recursos quasi infinitos a esas sectas que recién comenzaban a hacer su aparición en las tierras por lo menos mexicanas.

Esta táctica les funcionó previamente, con la figura de Poinsett quien en la entonces católica a machamartillo primera República Mexicana se encargó de infiltrar los movimientos masónicos que rigieron efectivamente el rumbo de las cuestiones políticas -y también religiosas- de los próximos dos siglos y cuya última figura importante fue Carlos Salinas de Gortari. Así que nos encontramos con una oferta de creencias sufragradas con fondos norteamericanos, y la figura deteriorada de una Iglesia Católica encerrada y sentada en sus reales.

Y aquí viene lo segundo, en el blog de Mario hablando sobre educación y estado laico:

no han habido tales, hasta este momento. Tengo en mi poder una liturgia masónica del grado 15 que llegó a mis manos en 1993, no diré cómo, pero fue encontrada en los salones de la única preparatoria pública que existía en Jalpa, Zacatecas, cuyo dueño -a pesar de no estar escrito su nombre- es plenamente identificable y aún ejerce funciones magisteriales en el pueblo.

El llevado y traído estado laico en México es en realidad un estado que corrobora punto por punto y coma por coma los estatutos masónicos, y que tratan de mantener a raya a la 'ideología' o 'postura' católica tanto en el gobierno como en la educación, y en menor medida, en la moral.

No me asusta una educación laica para mi hija, porque -y aquí es donde confluyen ambos posts- la familia, cuando está presente o cuando está ausente define y determina innegablemente el desarrollo del individuo, y el papel que este jugará en la sociedad que le ha tocado vivir.

Deslindando seriamente qué es lo que se dice y qué es lo que es, tenemos que:

la familia como tal está sufriendo cambios fundamentales, y es posible encontrar hogares y familias matriarcales, con la figura de una madre que hace las funciones de padre y que tiene que sacar adelante a uno o dos o los hijos que se quiera.

Familias tradicionales, con un padre y una madre con o sin hijos, en donde el padre o ambos se encargan de salir a trabajar para regresar y estar un rato con los hijos y/o los demás miembros de la familia [padres y/o abuelos].

Y acentuando más aún estos cambios profundos, tenemos la posibilidad abierta a cualquier mujer que pueda pagarlo, el proceso de la fecundación artificial con esperma procedente de un 'donador' desconocido.

Y es curioso porque el caso contrario, hombres que paguen por un óvulo y una 'madre sustituta' es al menos algo que no he oído hasta el momento, que se haya dado o sucedido en algún lado del planeta. [Siguiendo la tónica de las críticas sensacionalistas se pudiera decir que se trata de una discriminación o violentación de los derechos fundamentales y elementales de los hombres.]

Ética y moral son dos cosas distintas. Éticamente hablando es inaceptable que el Presidente de la República Mexicana asista en otra condición que no sea como tal, a un evento como el tenido en ese congreso de familias: se recordará que en efecto, el Vaticano se constituye también como una entidad estatal, y para haber llevado a cabo esa reunión fue necesario un permiso que debió haberse apegado a la normatividad registrada en la Constitución mexicana:

es exactamente lo mismo que sucede con cualquier reunión de Avon, de Mary-Kay, o de la Microsoft, o las reuniones de las FARCS llevadas a cabo también hace un par de años en el mismo D. F.

Moralmente hablando: es inaceptable que el Presidente de la República Mexicana asista en condición de Presidente a tal evento, y emita una opinión como creyente, esto extralimita sus funciones, y automáticamente inhabilita o anula cualquier dictamen u opinión que haya emitido durante el evento, en eso me parece estamos de acuerdo [mas la cuestión espinosa es ¿cómo castigar un comportamiento de esta índole?].

Al ser la reunión de las familias un evento clara, perfectamente e innegablemente bien definido [una reunión católica de familias católicas auspiciadas por un estado católico, que es el Vaticano], las críticas, ataques y burlas sobre tal salen sobrando. Es como si en mi caso, católico profeso y confeso pero nó mojigato, me hiciera mella alguna reunión jehovista donde se criticara la forma de vivir o la concepción católica de aquello en lo que creo y que profeso y confieso. O como si realmente el hecho de que esos Testigos de Jehováh me llamen 'perro' -y nos llamen 'perros' a todos los católicos- en sus conciliábulos privados.

La ingerencia de la reunión como tal tiene como finalidad -y dicha finalidad la pasan por alto con afanes sensacionalistas medios de comunicación y críticos sociales- llegar la conciencia de la clerecía y feligresía católica, y a nadie más. Y dar lineamientos a éstos -con los que se puede o nó estar de acuerdo, con toda la libertad que esto supone- para enfrentar los 'cambios' actuales que sufre la sociedad y el mundo económico y la política internacional.

El día que efectivamente se instaure una educación y un estado laico, también echaré las campanas al vuelo: significará que no estaré supeditado a que por una ideología personal mis derechos como ciudadano sean violentados, y que en calidad de ciudadano podré exigir el respeto a aquello que creo, aunque el presidente municipal sea jehovista o luterano o musulmán o creyente en la santa muerte.

Respecto a la familia: seguirá evolucionando de la manera y la forma que se quiera, mas la concepción cristiano-católica seguirá siendo la misma, y estos encuentros seguirán dándose a lo largo y ancho del planeta. Y a pesar de esto, seguirán siendo reuniones de católicos pensadas para católicos, con todas las posturas irreductibles que esto supone.

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