Del suelo no pasaré?

Quod scripsi, scripsi!

No se crea que de buenas a primeras fui de aprontoso a donde Jesús Olague buscando agregarme a la nómina del proyecto que cada vez Desciende más y más, y con más fuerza y gallardía, ¡nones!

Bien clarito le dije a ese muchacho que no sabría qué hacer rodeado de otros escritores, escribanos y escribientes, y cuando comencé a ver en el trayecto lo que iba resultando de las colaboraciones enviadas para el primer número estuve a un tantitito así de decirle: 'dijo mi mamá que siempre no'.

Pero me aguanté como los machos; aún pensando que quizá una colaboración al mes puede no ser tan exigente como la del Reloj de Arena, una y otra exigen esfuerzo, dedicación, y algo que Simitrio me ha dicho tantas cuantas veces nos hemos encontrado últimamente: dejar a la Musa de lado. Es decir, dejar de solicitar, pedir e invocar a los cielos la inspiración que andando el tiempo deberá ser suplida por la transpiración y la experiencia vital -bien a lo Bergson-.

Así que pensándolo más bien, ese Jesús Olague está haciendo posible que me sienta como quien le ha entrado a un taller literario -lugares donde en mi vida hasta ahora estado jamás- y se va probando que hay otras maneras bien diferentes para hacer las cosas, otros temas, y otros horizontes, no nada más los libros cubiertos de polvo, pelusa y hongos.

El tercer número llegará cuando tenga que llegar, y esa visita inesperada con todo y comentario de ese muchacho hacen que uno 'se sienta bien' y esté contento de saber que a alguien por lo menos no le disgusta lo que uno escribe.

A seguirle dando, cada vez hay menos tiempo y estamos más saturados de pendientes por sacar adelante, y por fin estoy convencido de que el chiste de esto no es ver de dónde salen los pretextos para no hacer las cosas, sino las maneras, mañas, trucos y métodos para hacer lo que se tiene que hacer.

Eso, y nada más: aprender a hacer haciendo.

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