Beethoven y los pianos de Beethoven

Tremendo regalo por su primer aniversario del blog, J. M. Recillas nos ofrece una colección imposible de pasar por alto. Beethoven tocado en pianofortes de la época.

Y no es nada más por que sí la observación, el sonido del piano entonces era más debilucho y enclenque, a tal punto, por ejemplo, que las sonatas para cello en aquel entonces estuvieron escritas con indicaciones para el pianista que, si se siguieran hoy día, apagarían al pobre cellista dejándolo quasi mudo.

Los pianos utilizados para la interpretación son:

Paul McNulty, 1996, a partir de un Anton Walter, 1795
Chris Meane N° 1, 1991, a partir de un Anton Walter, 1795
Chris Meane N° 2, 1991, a partir de un Anton Walter, 1795
Thomas and Barbara Wolf, 1990, a partir de un Johann Schantz, circa 1800
Rodney Regier, 1992, a partir de un Anton Walter, 1790
Salvatore Lagrassa, circa 1815, restaurado por Edwin Beunk y Johann Wennik, 1993
Gottlieb Hafner, circa 1835, restaurado por Edwin Beunk y Johann Wennik, 1993 
Johann Fritz, 1825, restaurado por Edwin Beunk y Johann Wnnik, 1991
Rodney Regier, 1995, a partir de un Conrad Graf, circa 1824

Y del blog tomo íntegra la entrada:

Probablemente ningún otro conjunto de obras para un solo instrumento ha sido tan decisivo para el desarrollo de éste y para futuras elaboraciones de otros compositores como las 32 sonatas para piano de Ludwig van Beethoven. Uno podría pensar en conjuntos igualmente significativos, como las cantatas de Bach, los conciertos para piano de Mozart, los nueve libros de Madrigales de Monteverdi, y ninguno de estos conjuntos tiene el peso históricamente decisivo que este impresionante logro creativo beethoveniano tuvo para el futuro del instrumento. Entre otras razones, indudablemente porque Beethoven lleva al instrumento y su expresividad a límites inimaginables, pero sobre todo, porque las 32 sonatas para piano constituyen el retrato del alma del compositor: en ellas vemos todo el orbe y desarrollos que tuvo que atravesar su espíritu creador con una claridad como nunca antes ni después hemos visto en otro artista, sin importar a qué disciplina queramos asomarnos. Pero es indudable que Beethoven al escribir esta portentosa obra para su instrumento favorito, y el que mejor lo retrata, tenía en mente los pianos de su época, no los painos en que desde hace un siglo las solemos escuchar.
La versión que coordinó el notable pianista, o pianofortista, Malcolm Bilson, apoyado en un grupo de notables alumnos suyos, entre quienes se encuentran Bart van Oort y Ursula Dütschler como los más conocidos de entre ellos, es en verdad notable por ser el pirmer ciclo completo de todas las sonatas beethovenianas interpretada en pianos históricos, es decir en pianofortes. Y la diferencia con las versiones para piano moderno es abismal. A quien desee oír versiones convencionales, sin duda esta no será su versión. Lo primero que hay que señalar es que al estar interpretada por siete pianistas distintos no nos enfretamos a una lectura unificadora, con todas las ventajas y desventajas que esto conlleva. Por un lado, nos enfrentamos a criterios divergentes entre una interpretación y otra, ornamentaciones en algunos casos y en otras a interpretaciones más al pie de la letra. Uno de los primeros aspectos señalados por Bilson es la forma en que en los pianos de la época de Beethoven el tono decaía, es decir con mayor rapidez que en los pianos modernos. Por lo mismo, en los pianos modernos no existe el sforzando que Beethoven exigía en muchas de sus sonatas. Por ello, Bilson señala en la presentación del ciclo completo que "estas interpretaciones no implican en sentido alguno que sean consideradas más auténticas o más originales (o cualquier otro más) que las mejores interpretaciones en pianos modernos. Tampoco afirmamos mejores resultados que los ofrecidos por pianos modernos interpretados por artistas sensitivos que sienten hondamente estas obras. Mis colegas y yo hemos trabajado en conjunto e intercambiado ideas, pero lo que oirán en estos discos representa decisiones personales e interpretaciones individuales por parte de cada intérprete; no hay algo así como una 'línea establecida'. Mucho de lo que hacemos es una nueva especulación, por ejemplo en lo relativo al uso del pedal. Está bien documentado que Beethoven pedaleaba más seguido y pesadamente de lo que está indicado en la escasas indicaciones de sus partituras". Esto basta para imaginar que el escucha se enfrentará a unas versiones del todo alejadas de los estándares y paradigmas establecidos tanto por intérpretes modernos (muchos notables y admirables como Alfred Brendel, Wilhelm Kempff y otros) como por casas discográficas y miles y miles de melómanos educados por estas tendencias, que parecen inamovibles.



Entrada completa, y link para descarga, disponible aquí.



Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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