Creer hoy día

Los lectores más avezados habrán notado, sin duda, que hay un cuestionamiento 'entrampado' en la primera parte de esta ristra. Versa precisamente sobre el -aparentemente- extraño caso incluido en una reflexión personal de un video 'xxx' en algo que pareciera hablar de Dios exclusivamente, y por tanto, merecer 'absoluta discresión, reverencia y respeto'.

Efectivamente, hablar y escribir sobre Dios merece bajo todos puntos de vista posible, tener por lo menos la seriedad -que no la frivolidad o exclusión 'a priori' de cualquier guiño de buen humor- de pretender tener un mínimo de conocimiento con la finalidad de emitir una opinión coherente, sin contradicciones ad internum o ad externum, que pueda dar una imagen clara y sin doblez de -va otra vez- qué es lo creemos o qué es lo que no creemos.

¿Qué tendría que hacer un creyente con el video 'xxx' mencionado, o con una revista Playboy, o con una caja de preservativos o una caja de anticonceptivos?

El pretender que una condena inmediata del pecador por causa de su pecado sigue siendo válida nos coloca en un fundamentalismo que poco tiene que ver con el cristianismo como tal. Y esa es la pregunta que se olvida, se dá por obvia, o pretende descontarse de la lista de 'pendientes' cuando se habla de fé, creencia y vida. Toda reflexión sobre Dios y sobre la libertad y esencia del hombre que deje de lado su situación actual -la de hoy, no la del Concilio Vaticano II ni la de las visitas de Juan Pablo II a México- y pretenda ignorar que el hombre actual lidia en su día a día con arcaicas abstracciones sobre la moral y la sexualidad humana -ejemplificada en la anatematización de cualquier tipo de método anticonceptivo- y con las posturas más modernistas y extremistas del egoísmo por sobre el respeto al próximo y la protección de la vida -como la encarnada por los partidos políticos que defienden y optan por el aborto como una falaz manera de 'defender los derechos de la mujer' cuando ninguno de ellos hasta el momento tiene por dirigente a una-, gobiernos permisivos que encubren los grandes capitales debidos al narcotráfico y desprotegen a quien no tiene para pagarse un juicio justo, permaneciendo encerrado por años antes de recibir sentencia, de una moral auspiciada por medios de televisión donde la pornografía y el erotismo son los principales atrayentes en telenovelas y series que invaden todo el horario vespertino sin optar por una efectiva 'educación' del pueblo, o ya siquiera por mostrar otras salidas y otros temas que no sean el sempiterno pleito por la infidelidad y las parejas dobles o triples que terminan cada una con lo que se merecen. ¿Cómo responder con una teología cualquiera al problema del obrero que no tiene para apenas pagarse una 'canasta básica' y a quien la televisión le ofrecen el panorama de que los ricos nacen ricos o que algún pobre alguna vez podrá ser rico por una jugarreta del destino? o ¿cómo responder al ama de casa a quien el sacerdote le restrega en la cara una y otra vez que el uso de la píldora y del preservativo es un pecado, degradándola en su dignidad de mujer -porque se le niega el papel activo de ser una administradora también de esa capacidad de dar vida que le otorga el Creador- obligándola a recurrir a la ley para hacerse un aborto ya que la llegada de otro hijo sería demoledora para el hogar, y la economía de ese hogar?

Que el aborto se haga ley no obligará a mujer alguna -y esto también es falso- a que se haga uno. Esta es una salida fácil y simplona para eludir también el problema de fondo: los abortos no deberían de darse. Y la mescolanza entre lo que 'la iglesia manda' y lo que 'la sociedad permite' es fatal: el hecho de que una pareja cristiana, católica, opte alguna vez por el uso de anticonceptivos -píldoras o preservativos masculinos o femeninos- no significa que dicha pareja esté 'cerrada a la vida' -término por demás tramposo y mojigato-, si la parábola del Cristo sobre los administradores y los talentos es tan clara, ¿a tenor de qué y por quién se quiere quitar el derecho de administrar que tiene una pareja cristiana y católica, a quien indudablemente algún día se le pedirán cuentas de la familia y los hijos que sacó adelante, y a los que dedicó -o nó- sus esmeros, cuidados, y gran parte de su tiempo, recursos y vida? [...]



Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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