Nomás diez tiros le dió

Quienes hayan pasado por el Reloj de Arena del día de ayer, habrán visto un escrito verdaderamente inclemente y exacto cual bisturí, debido a la pluma de Simitrio Quezada. 

Desde el día de hoy dicho escrito aparecerá como nota al pie en la página principal del blog, sin quitar ni añadir ni siquiera un punto: está tal cual él me lo envió, y tal cual apareció en el diario.

Citando in extenso:

Del 1 al 10
Simitrio Quezada

1. La gente que lee es peligrosa. Peligrosa porque piensa, razona, intuye, cuestiona, interpreta, deduce, vive despierta. La gente que lee es peligrosa.

2. La gente que escribe es letal. Letal porque manifiesta, expresa, difunde, confunde, aclara, actualiza, impone, compone, repone, dispone, depone. La gente que escribe es letal.

3. La gente que lee y escribe es dueña del mundo. Dueña del mundo porque se convierte en canal, establece códigos, abre más canales, incita, motiva o desmotiva, cuestiona o despeja de dudas un camino para tornarlo de certezas (o de más dudas). La gente que lee y escribe es dueña del mundo. 

4. La gente que lee y escribe, pero sobre todo imagina, ésa no tiene límites. Es digna del manicomio, presa de una enfermedad que acomete sólo a tipos a los que llaman noctámbulos. En lo dicho, no tiene límites.

5. Un distintivo certero para identificar a la gente peligrosa, letal y sin límites es verlos con un libro. Dé un paso hacia atrás si el tipo detectado va leyendo tal artefacto de papel. Vuelva diez pasos y mejor corra si lo escribe.

6. Hay que cuidarse más de los farsantes que rodean a los libros y no los beben, aquellos estúpidos que en medio de las librerías se la pasan aventándose nombres de libros para contestar nombres de autores y que así todos supongan que han leído las obras mencionadas.

7. Hay que cuidarse más de los fantoches que pasean en medio de eventos culturales hablando a todos de una novela suya que será el gran éxito nacional y que en realidad jamás cuajará.

8. Hay que cuidarse de quienes dicen amar tanto a los libros y a su escritura que hasta se prostituyen en el colmo del arribismo más absurdo, y al final el libro publicado no resulta bueno, y sólo queda la prostitución, la traición, el ridículo editorial y una mala fama.

9. Hay que cuidarse de quien escribe no sobre una mesa, sino sobre un horno de microondas, bajo la intensa luz de éste.

10. Hay que cuidarse de quienes escriben para la generación más inmediata, para el grito más inmediato, para el más inmediato blog.


Ante la situación actual donde la opinión del pueblo cuenta sólo en ciertos asuntos como los relativos al aborto y la pena de muerte, y donde la misma voz popular poco puede hacer para defenderse de los intereses bancarios y el pago de la tenencia, la capacidad de leer y criticar es algo que el gobierno en cuanto tal, quiere evitar que sea ejercida, practicada, por la ciudadanía.

Es contraponiendo 'el discurso oficial' a la 'crítica personal' donde nace la conciencia y la crítica política, lo que hacen los creadores de discursos prefabricados tipo Loret de Mola, o defensores de causas añejas y putrefactas como López Obrador, Elva Ester Gordillo o Beatriz Paredes sólo son requisitos y meros requerimientos del sistema, para ofrecer al pueblo el espectáctulo de una democracia fingida, donde todo y cada cosa está en su lugar.

Los humildes y mudos libros siguen siendo armas efectivas, abre-ojos que con sus cuchillas insobornables pinchan y calan hasta lo más hondo en el comportamiento estúpido de aquellos que nos gobiernan, de aquellos que efectivamente deberían representarnos.





Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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