¿Por qué escribir?

El papel que juega la experiencia de quien escribe, en aquello que escribe, no puede ignorarse o dejarse de lado. Es posible y válido que lo escrito no represente directa o indirectamente algún aspecto relacionado con la experiencia del escritor así como también es posible que lo escrito represente directa e indirectamente una crónica autobiográfica de quien escribe. La razón entonces de todo tipo de escritura radicará en algo que ha sido formulado previamente a la escritura misma. Toda letra y/o palabra escrita tiene un precedente, que aunque pudiera tratarse de otro libro, otra letra u otra palabra, tendrá a su vez un precedente externo a la letra misma.

La escritura total no existe -entendida como una escritura que nace por sí misma y en sí misma- y para ser escritura cabal, se requiere de un escribiente y aquello que se escribe. Hasta cierto punto si existe un lector -que no sea el escritor mismo- a quien está dirigido aquello que ha sido escrito, es irrelevante. De esto mismo se desprende que es imposible encontrar algún tipo de escritura que no haya sido elaborada, creada, plasmada, por un escritor cualquiera.

El escritor, por tanto, tiene carta blanca en lo referente a aquello que escribe. Las limitantes para su escritura están dadas en cuestiones prácticas que serán dictadas por un código y sistema -el lenguaje que utiliza- y por una lógica -la sintaxis y el estilo-, amén que una inmediata hermenéutica de aquello que observa y experimenta, y fragua letra a letra -las figuras poéticas y el discurso narrativo-.

Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.