Ser felices... aunque Dios no quiera

Pues bien, ese grandísimo cabrón se vengó el día de ayer. Mi coche ya no quiso prender, la marcha pasó a mejor vida. Y ni modo, me tocó volver a las andadas con los camiones urbanos y por si fuera poco, caminar los dos kilómetros de ida y vuelta que hay desde la avenida principal hasta la escuela.

En el camino pensé que ese Dios vengador, dispuesto a partirse la jeta contra quien sea del A. T. no está muy lejos de ese Dios vengador que juega con mi coche y no se contenta con dejarme sin gasolina, sino que ahora se llevó la marcha de encuentro.

Ante esto de poco sirven las apologías, si a venganzas vamos, la única manera que tiene el hombre de reclamar es la de ser felices en la medida de lo posible. Y conste que por ser felices no entiendo epicureísmo ni sadomasoquismo, nanáis Lulú, nada de eso.

Entiendo que incluso ante los dolores más inconmensurables, los problemas más absurdos y estúpidos -como el de mi coche casi muerto- hay que seguir de frente, sin detenerse en el dolor -sólo gozan con el dolor los masoquistas, y estoy bien lejos de ser uno de esos- y tratando de ser felices, aunque todo esté en contra.

Esa es nuestra verdadera vocación, buscar la felicidad, aunque Dios mismo no lo quiera.



Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

Comentarios

Sender Eleven ha dicho que…
Pancho me asustas.

Tu que eres de la vela perpetua y casi Carmelito descalzo ¿blasfemando?

No te creas. Bienvenido al club
Hox ha dicho que…
La vida es una chingadera, yo tambien ando sin coche, maldita sea.

Te entiendo Francisco, me cae que te entiendo, ni hablar busquemos la felicidad a pie, no nos queda de otra.
Francisco Arriaga ha dicho que…
Sender: se nota que nunca has estado en la vela perpetua ni con los carmelitas descalzos... son bien cabrones...!!!

Hox: te deseo lo mejor, y más aún, que no tengas que caminar dos malditos kilómetros por la mañana y dos malditos kilómetros por la tarde más las 15 cuadras hasta la casa que tengo que escabecharme cuando salgo del trabajo y la maldita temperatura está a 38 grados a la sombra.

Sí, la vida es una chingadera.
Carolina García ha dicho que…
¿Siguiendo los pasos de batalla del méndigo Jacob?

Un abrazo
Francisco Arriaga ha dicho que…
No me quedó de otra, querida Caro.