In medio virtus


El papel que juega la lógica en el desarrollo de la filosofía, teología, y las primeras teogonías -mezclas entre una y otra- fue tan importante que si cualquier explicación no soportaba las pruebas 'lógicas' más exigentes, era descartada y dejada de lado.

Esa es la razón de encontrar obras monstruosas donde el silogismo se establece como amo y señor de todo discurrir, y de donde parten axiomas, proposiciones, corolarios, y demás rancia terminología que intentó mantener a salvo la estructura y la forma, obviando el contenido.

Si el ser es en efecto, perenne, ¿para qué seguir buscando explicaciones a lo que ha sido explicado ya? Spinoza, en este campo, hizo lo impensable: utilizar la lógica para escapar de todo afán centralizador heredado por la teología y filosofía de corte cristiano -e incluso mosaico- del Alto Medioevo, y su discurrir cayó en el panteísmo que cualquier profesor de filosofía conoce, pero muy pocos pueden explicar: la lectura de su Ethica ordine geometrico demonstrata supone un esfuerzo igual de agotador que la lectura del francés Sartre y su 'L'Être et le Néant'. En su afán discursivo no pudo prescindir del lenguaje como tal, y cayó presa de los conceptos y vocablos prefabricados, si bien ordenándolos de una nueva forma.

Con Wittgenstein llegamos al punto álgido y culmen del desarrollo de la lógica y la disociación entre lo que es la genuina investigación filosófica, y el discurso académico: la historia de la filosofía se entendería como el desarrollo de la sintaxis aplicada con determinados criterios, mas aquello que pretende escudriñarse permanece oculto tras las palabras.

La situación actual de la filosofía parece que topa con el lenguaje. Es muy difícil romper con la barrera cultural de más de 3000 años que tiene occidente echando mano de palabras, términos y conceptos helénicos, y comenzar desde cero: el miedo a traicionar a Sócrates, Platón y Aristóteles es mayúsculo, anonadante.

Mas en la 'vida cotidiana', es decir, 'en el mundo real', el mundo donde se desarrolla la actividad del 'hombre común', la lógica sigue teniendo un papel importante, aunque en la sociedad en que vivimos esa lógica ha sido suplantada por terminologías del siglo veinte que trasladan el eje de distintos problemas de los terrenos de la lingüística a los terrenos del psicoanálisis.

'El hombre es un ser que se hace presente en el mundo por medio del lenguaje', nos repetía hace veinte años nuestro profesor de filosofía, embebido en la corriente existencialista.

Quienes advierten los riesgos del subjetivismo como norma y razón y origen de cualquier verdad tienden a defender postulados absolutos que no lo son en manera alguna: desplazando los ejes de un campo a otro no se consigue gran cosa.

Por ejemplo: algo que enoja tremendamente a cualquier creyente de cualquier religión, es que se le plante enfrente alguien que se proclame a sí mismo como 'ateo' y comience a bombardearlo con preguntas nacidas de lo cotidianamente observable.

-Si Dios es bueno, ¿de dónde nace el mal? Si el mundo y el género humano es visiblemente malo, ¿por qué ha de creerse en la existencia de un dios bueno?

-Si la materia puede descomponerse en sus elementos más pequeños, destrozando el átomo y liberando la energía que contiene, ¿por qué se empeñan los creyentes en seguir afirmando que dios tiene cualidades humanoides cuando es claro que todo es energía, y que esta energía está en transformación constante?

-Si es visible que el planeta tierra y el universo entero sufre una degradación, y es científicamente demostrable que el universo se colapsará en una cantidad de n millones de años -y estamos a punto de comprender el proceso mecánico que dio lugar al Big-bang-, ¿cómo afirmar que dios existe y que ha creado todo cuanto es visible?

...Y las respuestas son tanto o más escurridizas que las preguntas:

-En efecto, la energía existe, mas en el mundo terrestre, la vida no nace de la muerte, un cuerpo muerto no puede engrendar vida. Toda vida es un proceso, una evolución, y la vida sólo brota de la vida. La energía por mayores transformaciones que tenga no puede engendrar per se vida en ningún sentido, y de ningún tipo. ¿Acaso no es la vida misma de cualquier especie animal o vegetal por mínima o microscópica que sea, una prueba de la existencia de Dios?

-El universo tiene un periodo de vida que puede observarse con mediciones científicas. Es cierto. Pero en ese periodo de vida existen hechos que derrumban toda explicación de una sucesión lineal de los hechos. Por ejemplo, la curación espontánea de un cáncer, la sanación espontánea de un enfermo terminal. Tales hechos, ¿no son pruebas irrefutables de la existencia de Dios?

Como se ve, los argumentos se despedazan apenas cualquier prueba lógica se pretende aplicárseles los rozan. Ciencia y fe son dos campos extraños, independientes, aislados. Es el miedo a aceptar esto que lleva a querer seguir remendando argumentos, y a buscar respuestas en un proceso cansado de pretender explicar lo que tenemos 2000 años tratando de explicar, por citarlo siquiera: la Redención como un hecho innegable, e irrefutable.

¿Puede la lógica por sí misma abordar un problema de tanto peligro como la existencia del mal en el mundo?

La respuesta es sí.[...]


Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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