Huele a cartucho quemado


El personaje más famoso de México -al día de hoy, claro está-, incluso más famoso que el AMLO estripitosamente venido a menos -por culpa de LyFC, Martín Esparza y cía-, quiso jugar un juego en el que tener buena memoria es indispensable.

La política se basa precisamente en la 'polis', la convivencia diaria entre los individuos, sus intereses, odios y simpatías, todo ello bien delimitado por determinada región geográfica.

Juanito tuvo la oportunidad de quedarse con el bastión de Iztapalapa, de callar a AMLO de una sola vez, incluso, de haber soportado el feroz embiste de Marcelo y su gabinete, y decidió abandonar su cargo -de elección popular, por si fuera poco- una vez recibido.

El pasado con el que seguramente lo maniataron hace un par de meses hubiera servido muy bien de combustible, para hacer arder a Iztapalapa y echar toda la carne en el asador: seguro que su festín habría sido suculentamente opíparo. Pero dicen las malas lenguas que una de dos: o le llegaron al precio, o le sacaron 'un expediente' -muy al modo de esos 'expedientes' que se armaban en el ya fenecido gobierno presidencial del PRI- y con tal de no verse expuesto, decidió acatar y acallar órdenes, aduciendo enfermedades extrañas que, si lo fueran, incluso en este momento sería dificilísimo le dejaran siquiera alejarse de la cama.

Los entendidos leyeron claramente el mensaje de esos votantes: querían afuera a AMLO, y querían también cierta independencia respecto a Marcelo y sus segundones. Si la carrera pública de Juanito abarca desde la revuelta hasta los plantones y meetings, no ha de olvidarse que lo que le mantuvo con la simpatía de los votantes de su lado fue esa trayectoria pública en la que estuvo luchando codo con codo en cuanta empresa requirió toma de decisiones instantáneas, sin importar los medios de que se echara mano.

Su abdicación más que la traición de Juanito a Juanito fue la bofetada contundente de Juanito a todos esos Juanitos que se identificaron, en su momento, con él. Echó mano de una demagogia natural, empíricamente aprendida y conocida, y la usó en favor de sus seguidores, y muy probablemente también en favor propio.

Ahora que intenta regresar, que se encuentra sin apoyo y con Iztapalapa volteada en su contra, que llega firmando sellos con una cuestionable autoridad, Juanito ha aprendido también que la memoria del pueblo es efímera, caprichosa, y el olvido es tan amplio que nada puede llenarlo.

Si él y su suplente son efectivamente marionetas en manos de AMLO, si este último se esconde incapaz de poner orden siquiera entre sus seguidores, y si Marcelo está temeroso de que se le salgan los grillos de la olla -semejante grillo veterano ese Juanito, que sabe muy bien cómo hacerlo- es sólo porque el interes económico -oikon, la casa- está por encima del 'polis'.

Es decir, primero asegurar la casa propia, y después que se hagan bolas los del pueblo. AMLO no es un mesías ni será crucificado: FeCalH no le tomó la palabra en su momento, y lo dejó a gusto para que hiciera sus mitines cada vez más ralitos y protestas y plantones cada vez más cortos. AMLO está resultando ser un Judas nacional: traiciona cuantro proyecto emprende, y no sería raro que si el pueblo de México le tomara la palabra, encontráramos dentro de algunos meses al mismo AMLO vendiendo a México al mejor postor. A él sólo le queda la salida del traidor: la horca.

Y Juanito ha quemado el último cartucho que le quedaba, ese que según la tradición, se dejaba al marinero abandonado en una isla desierta: no sirve para defenderse y sólo para suicidarse debe ser empleado.

Pero ese mismo Juanito tuvo a Marcelo enfrente, y fue incapaz de jalar el gatillo. Por más que quiera disparar y defenderse ya nada le queda, y su sola figura huele a pólvora quemada.



Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Pues sí, pero no...

Francisco, me parece que tu reflexión tiene un error importante, porque no consideras que el hecho de que Rafael Acosta haya resultado vencedor en tan cómicos comicios y luego solicitara impunemente licencia en beneficio de Clara Brugada indica algunas cosas a saber: primero, más allá de cualquier deterioro de su imagen pública, AMLO sigue teniendo un alto índice de apoyo popular; segundo, más allá de cualquier deterioro de sus relaciones partidistas, AMLO sigue teniendo una fuerte influencia dentro de un partido al que ha ninguneado y manoseado cuanto ha querido sin que este tome las medidas conducentes, y tercero, que más allá de cualquier distanciamiento del gobierno del DF, sigue teniendo un peso importante, con el que ni el más presidenciable de la "izquierda", se anima todavía a "enfrentarse de frente".