Le decían 'El putito', su verdadero nombre era 'Bomberito Juárez'.


Escuchando las 'cápsulas' culturales de cierta estación local referentes a la Historia de México, salió a colación el deceso de Margarita, esposa de Bomberito. Y como la dicha y mentada cápsula hacía hincapié en la honrosa y sentida muerte de Margarita sin detenerse en Bomberito quien tenía un pasado muy negro a sus espaldas, pues aquí va la versión oficialmente olvidada de esa historia.

Como los pocos posibles lectores de este blóg recordarán, Bomberito fue el preciso que se encargó de darle en su máuser a la curia eclesiástica, que en aquel tiempo era casi toda de puros españolitos y criollitos que veían bien feo a los morenazos de por acá.

Bomberito cuando era niño salió corriendo porque se andaba robando los chivos que le cuidaba a su tío, porque Bomberito era huérfano desde los 4 años más o menos. y como su tío lo pescó en la tranza cuando ya tenía 12 años, pues pensó 'patitas pa cuando son'. Cuando miró después que la chompa le funcionaba más o menos bien, este indito patarrajada se dejó apadrinar por el patrón de su hermana, quien lo mandó al seminario a ver si se componía ese muchacho tan chueco y tranza. Pero Bomberito miró y se dio cuenta que en la curia había un buen de lana para hacer y deshacer, pero como era prietito y jamás lo dejarían entrar en tan cerrada organización, les tomó resentimiento que en su constitución del 57 quedó bien manifiesto. Para este entonces ya se había codeado con padrecitos y seminaristas y estuvo encerrado en el seminario varios años, hasta terminar su carrera de leyes pero viendo cada vez más café la posibilidad de que pudiera decir misa alguna vez. Así que mejor optó por volverse litigante, y mandó al hell al seminario con todo y padrecitos y seminaristas, no sin antes dejárselas bien jurada.

Ya entonces conocía rete bien lo que había al otro lado de la barda, y pensó que si se podía quedar con toda esa lana iba a ganar por partida doble: dándole en su máuser a la curia de gachupines gachos, y embolsándose la lana que tanto le gustaba y que vendiendo chivos y sacando borrachos del bote jamás podría juntar.

Este indito, al ver el feo que le hacían los curas por haber comido y bebido de a grapa un buen de años en el seminario mientras aprendía a hablar y escribir español y estudiaba para leguleyo, se aseguró de los masones le dieran entrada, y allá vá, el gran maestre, que vio la oportunidad con su constitución de arreglar las cuentas. Y ¡moles! pues le dio para adelante. Y la curia española, como no se olvidaba del abogaducho prietito y con cara de indio ladino que se había pasado de tueste al vivir de gorra tantos años en el seminario, no se lo pensó dos veces para declararlo excomulgado y afirmar que se cocería a fuego lento en los más profundos infiernos, por avorazado, gacho, envidioso, glotón y perezoso.

Pos resulta que este Bomberito Juárez le mordió la mano al zonzo que le dio de comer, esta vez, al pobre buenagente que le daba chamba a su hermana como cocinera, y que fue a donde había corrido Bomberito cuando lo torcieron robándose los chivos. Allí conoció a una mujer de la familia que le dió cobijo, Margarita, con la que se casó, y que enfermó de cáncer allá por 1870. Aguantó mucho la mujer, hay que reconocerlo, y en 1871 ya Bomberito estaba esperando que su gran enemigo, ese Dios de los curitas gachupines, se llevara de encuentro a Margarita. Y como también era mandilón de clóset -igual que Sender-, pues no le quedó de otra más que ir llorando con los curas esos a los que tanto odiaba, para que le llevaran los óleos a su mujer, que ya no podía más la pobre.

Y viendo la mujer que ya la llevaba ganada y que contra ese indio ladino que le había tocado por esposo no se podía hacer de otra manera, pues de una vez apostó todo contra nada, y le arrancó el juramento de que dejaría que sus hijas se casaran por la Iglesia y para infortunio de Bomberito, pues este tuvo que doblar las manitas el pobre y ver que aquello por lo que tanto había luchado, pues nada, a la jodida y la curia y la church seguían haciendo y deshaciendo hasta en su propia casa.

Es por eso que Bomberito pasó a la historia como el tres veces putito:

Primero, por dejar que su mujer mandara llamar al cura para que le untara aceitito en la chompa.

Segundo, por permitir que los curas entraran en la casa de este librepensador marca patito, y masón declarado.

Y tercero, por jurar que dejaría que sus hijas se casaran según las leyes y normas del enemigo, en este caso, la curia eclesiástica.

Como dicen en mi pueblo: 'El que por su gusto es güey, hasta las coyundas lambe'. Y este mentado Bomberito además de güey era bastante putito.


1306
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

Comentarios