Un pasito pa'elante y un paso par'atrás

Vaya que este día nos ha dejado mal parados el obispo mexicano que habló y dijo esto.

No satisfecho con el descrédito en que ha caído la actual iglesia católica este señor se lanza como El Borras en contra del Internet, del 'erotismo' y la genitalidad para seguir exigiendo una moralidad libre de tales excesos sin caer en la cuenta que la nueva moral tiene muy poco que ver con la ideología que aún pretende sostener la curia romana.

Vámonos por partes:

[Preámbulo: la moralidad está basada en la 'opinión'. Su fundamento son las costumbres. El erotismo desenfrenado es una moralidad actual, innegable y posee validez social. Si el día de mañana el aborto se pone de moda -actualmente, aunque está legalizado en algunas partes del país, sigue siendo practicado por minorías- entonces la moral imperante será de tintes pro-abortistas y dicha moral, socialmente hablando, será válida. El ideal sería que la Iglesia en cuanto comunidad cristiana pudiera influir en la moralidad para alcanzar un cambio social factible y palpable. En el caso del catolicismo esto actualmente es punto menos que imposible, debido al descrédito y las tremendas incoherencias ad internum que exhiben el papado, la curia romana, y la doctrina que promulga.] 

Si van a la sección de comentarios del sito web citado arriba, verán una colección de impromperios en contra no sólo del obispo, sino de todos los curas. Ese es el riesgo de las opiniones fáciles: si un obispo dice algo a título personal sin pensar en las consecuencias que lo que diga traerá para su feligresía y sacerdotes subordinados, pinta mal el panorama.

El obispo hace migas con la postura de la curia vaticana, que intenta seguir salvaguardando la imagen del papa, de quien hablé hace un par de entradas y que por salud, decencia, y dignidad debería presentar su inmediata dimisión al cargo.

Es palpable la realidad que resalta el obispo: el erotismo que inunda todo, desde la televisión hasta la prensa, el internet, el cine, y el radio. La cuestión que bien puede reclamársele es el hecho de 'denunciar' sin 'proponer'.

Si los libros de texto en las escuelas hablan de genitalidad, es porque los libros de texto en las escuelas deben hablar de genitalidad y nada más. La moral y la ética se adquieren en casa, se viven en casa, y lo que allí se adquiere es lo que se lleva hasta la escuela.

[Recuerdo que mi madre estuvo al pendiente de nosotros, que éramos tres varones, en plena adolescencia. Nunca faltó a una sola junta de padres de familia, mes con mes revisaba nuestras calificaciones, y aunque nosotros pretendíamos que nos íbamos de pinta, ella sabía muy bien lo que hacíamos -y lo que éramos capaces de hacer- en un momento dado. Ella sola nos sacó adelante en un medio que propiciaba poco que unos críos sin padre salieran adelante sin viciarse. Y vaya que las oportunidades para el vicio -entiéndase mariguana y alcohol- eran tantas, que en una temporada frente a la casa donde vívíamos se instalaron los nuevos narcos del pueblo -recién comenzaba esto, allá por el 85- y veíamos cómo cargaban y descargaban sus trocas mientras dos centinelas con cuernos de chivo cuidaban la entrada de aquella casa. A pesar de ello, no morimos acuchillados como algunos vecinos del barrio, ni terminamos con el cerebro seco por fumar aquella porquería, como otros vecinos del barrio, o vendiendo aquella madre en la escuela como otros vecinos del barrio.]

La iglesia ha de implementar, dando por hecho la información-instrucción fisiológica, los mecanismos que hagan posible que la familia en cuanto tal -y no sólo los padres sino también los abuelos y los hijos y nietos y bisnietos, es decir, la familia entera- los mecanismos pertinentes para sacar provecho de esa información y trabajar en lo que le corresponde: 'la salvación de las almas'.

Si se analiza un poco la situación se verá que el Cristo nunca predicó desde lo alto del templo de Jerusalén a todo el pueblo reunido 'y en cadena nacional'. Hoy el papa habla y su voz puede ser transmitida en vivo y directo a todo el mundo, vemos que le saca varios cuerpos de ventaja al pobre Cristo que se desgañitaba cuando daba sus discursos a la chusma que le seguía.

Y curiosamente, mientras el Cristo estuvo entre nosotros, y antes de la crucifixión, muerte y resurrección, el concepto de iglesia -al menos el concepto actual de 'una, santa, católica y apostólica'- no se ve por ninguna parte. Existía ya el colegio apostólico, lidereado por ese par de discípulos que bailaban contrapuntísticamente hablando: Pedro y Judas. Ni esperanza que aquellos primeros seguidores fueran católicos, eran parvadas nada más y tenían razón los romanos 'paganos' cuando les llamaban 'sectarios'. Lo 'santo' sólo en virtud del Cristo: ni entonces ni hoy la iglesia fue una iglesia de santos. Y lo de 'romana', es otro capricho histórico: bien podría haber sido 'Ierosolimitana' o 'Constantinopolitana' -tales iglesias las hay- y el resultado sería el mismo. Nosotros seríamos, en todo caso, parte de una Ecclesia Ispanica.

Con el afán de seguir manteniendo el número, la Iglesia ha tomado la decisión de guardar una coherencia maltrecha cueste lo que cueste, cometiendo los abusos y atropellos que sea necesario con tal de seguir manteniendo sus campos de acción y disponibilidad de recursos. Poco le importa la historicidad, y menos aún el hombre de a pie, el que tiene que lidiar con preservativos, píldoras anticonceptivas y la posibilidad de los abortos quirúrgicos.

La problemática de los servidores, presbíteros o sacerdotes y los escándalos de pedofilia y demás es algo que no puede ser tapado con un dedo, y necesita una resolución urgente. Como católico y cristiano no estoy dispuesto a permitir que un sacerdote con inclinaciones pederastas siga acercándose a los niños que mientras están en ese par de horas del catecismo sabatino ó dominical quedan expuestos e indefensos ante los instintos más ruines, por más que dicho sacerdote pueda dar con legitimidad y validez cualquier sacramento. Ese tipo de sacerdotes necesita ayuda profesional, y también sanciones acordes al daño que hicieron. No se cambia a la zorra de gallinero después de haber asolado y matado algunas cuantas desdichadas aves. A la zorra se le aísla -si se quiere seguir manteniéndosela viva- y se le vigila permanentemente.

Un sacerdote que ensucia su dignidad sacerdotal con los pecados gravísimos de la pedofilia y pederastia merece no sólo nuestro rechazo, repudio y condena, también merece el castigo inherente a tales actos. Si el cura tiene deseos carnales y se revuelca con la primer mujer que se le ofrezca, hasta humanamente hablando dicha acción es comprensible aunque no loable: pero si esos sacerdotes van en contra de natura abusando de niños indefensos, tales sacerdotes no sólo están enfermos sino que merecen pagar por sus crímenes y no sólo ante tribunales eclesiásticos sino civiles.

La Iglesia no puede poner las bases y los cimientos para dar el seguimiento a las familias como mencioné arriba, 'al menudeo' o 'al detalle porque no quiere. Porque intentar sentar las bases para un seguimiento integral donde la moral y la ética y la salvación de los fieles sea efectivo -y también incluya esa genitalidad tan satanizada- significaría también echar por tierra las estructuras asfixiantes a que todo cristiano católico está sujeto: la infalibilidad papal, el celibato sacerdotal, los dogmas absurdos, las opiniones descerebradas de obispos como el que se citó más arriba.

Católico lo soy y seguiré siendo el resto de mi vida, y por más que sea la podredumbre al interior de mi iglesia, jamás dejaré mi rebaño. Me mantengo no por mí mismo, sino también por mi familia, por los que siguen y los que me han precedido.

Porque, como lo he repetido anteriormente, he conocido sacerdotes ejemplares que bien merecieran estar en puestos no altísimos, sino tan importantes como cardenalatos y demás, y a quienes el 'sistema' amordaza y cohesiona día tras día. Gracias a esos curas comprometidos y capaces de partirse el lomo día tras día, es que la iglesia sigue manteniéndose viva y en pie, aunque el papa, cardenales y demás curia romana sigan diciendo barrabasadas y sacándole la vuelta al bulto.

El futuro de la iglesia no está en el papa, ni en los obispos, ni en los cardenales, y mucho menos en el Vaticano. El futuro -y el presente- de la Iglesia Católica está en esos curas comprometidos con su vocación -una vocación inhumanamente mutilada por el celibato- y en los pocos fieles que van quedando que conservan la cabeza fría para analizar, juzgar y actuar, mientras el corazón se les consume en el deseo de alcanzar la salvación.

[Post scriptum: El extremo de la postura crítica ante el papado lo podemos ver en sitios y movimientos como este. A su vez, en dicha página viene un vínculo a una explicación detallada del panorama. Dicha apología hace agua por todos lados: la simplificación del problema como un mero ataque 'orquestado' por los gobiernos 'promotores de valores que ensalzan la cultura de la muerte' no es suficiente per se para minimizar y mucho menos aún, obviar el problema. Lo más lastimero de esto es leer argumentos fáciles como el siguiente:

"""El ataque a la Iglesia Católica no incumbe sólo a los creyentes. Su objetivo es derribar una de las últimas resistencias a la cultura de la esclavitud y de la muerte que pretenden imponer gobiernos de todo signo.
La Historia enseña, de manera inequívoca, que es un objetivo destinado al fracaso. Otras épocas de la Humanidad han conocido persecuciones más sañudas contra los católicos, que han sobrevivido a todas desde su renovada fidelidad al Evangelio y a la comunidad fundada por Pedro en Roma, hace más de 2.000 años. El problema no es, por lo tanto, la destrucción del catolicismo (al fin y al cabo, resistente desde su cuna en el Imperio Romano), sino el avance en la destrucción de lo humano por medio de políticas cada vez más agresivas con la dignidad y la libertad."""

Hace no mucho tiempo el papado proclamó algo cierto: la lucha que estamos librando ya no es la antaña y estéril lucha entre confesiones, ni la lucha entre credos. Las iglesias cristianas actuales luchan contra corrientes que atacan directamente a los miembros de cualquier credo o religión sólo por el hecho de cuestionar los lineamientos más generales y arbitrarios de la ideología política. Los editores del sito se valen de este agrumento para estructurar la frase 'El ataque a la Iglesia Católica no incumbe sólo a los creyentes'. Sigue dando por hecho que lo legítimo, válido y único es considerar que los verdaderos cristianos... son los católicos, algo penoso de ver por más cerrado que se tenga el intelecto.

La comunidad fundada por Pedro en Roma es otra falacia que en algún otro post ya comenté, Linus fue quien fundó la comunidad de Roma, y Pedro se valió de la ayuda invaluable de Pablo. Ambos desplazaron el eje desde Jerusalém hasta Roma, con las consecuencias que la historia nos puede detallar.

Y en cuanto al catolicismo 'resistente desde su cuna en el Imperio Romano', nada más falseado y fácil que pretender dar por solucionadas y ya superadas problemáticas del primado de Pedro, la sucesión Papal, la tradición de la Iglesia y demás, la exclusión gratuita en lugar de solventar diferencias las ahonda.

Y para quien se pregunta si me gustaría que el Papa presentara su renuncia: No. En modo alguno. No me gustaría. No me daría ningún gusto y ninguna satisfacción. Sería igual que si la prescripción médica dictara que he de deshacerme de un brazo o una pierna porque está engangrenada. Aunque veo la necesidad la solución a dicha necesidad -la renuncia del papa- no me llenaría de alegría alguna. Es necesario tener valor para dar la cara ante determinadas situaciones, y eso es algo que el Papado con sus ya casi 2000 años de existencia ha olvidado cómodamente.

Si hasta el Cristo sudó sangre y le temblaron las corvas cuando vio cómo lo iban a chicotear antes de clavarlo al madero -es decir, tuvo miedo- ¿cómo no ha de tener derecho a sentir miedo el cristiano actual cuando se trata de tomar decisiones y sobre todo, pensar en las consecuencias de nuestros actos? Pero el Cristo jamás se echó para atrás.

Es lo que nos toca: seguir luchando, aunque tengamos al papado, cardenalato, y comisiones pastorales en contra, por hacer posible la existencia y persistencia del Reino en este mundo.]

Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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