Res videtur gravis


1.- Apología del pesimismo.
Las raíces de la palabra pesimismo yacen en el sistema calificativo de los romanos, quienes categorizaban en virtud de su bondad, idoneidad o grado de perfección, como sigue:

Optimus
Bonus
Malus
Pessimus

La costumbre hizo que ambos términos, 'pesimista' y 'optimista' se tuvieran como antagónicos, y no es así. Ambos indican el grado máximo en su respectiva categoría, y como tales, no se 'contrapuntean', sino que indican lo sobresaliente en una escala determinada, donde un cero hipotético estaría en lo 'ordinario', en lo 'regular' o 'cotidiano'.

El lavado de cerebro a que somete actualmente la televisión, los medios impresos y la red de redes es sin lugar a dudas el intento de hacer desaparecer de una vez por todas, la capacidad de crítica que debiera ejercer todo ser humano. Pero si se promete que el mundo habrá de ser mejor pase lo que pase, que el desarrollo y el progreso de la humanidad es algo más que factible, tangible, entonces lo 'malo', lo 'pésimo', lo defectuoso, todo lo que indice una gradación peyorativa, se convierte en una verdadera amenaza en contra del sistema. Tal es la razón de que a los grandes criminales, asesinos, psicópatas, 'enemigos de la sociedad' se les ensalze al grado de transmitir la ejecución de esos prisioneros por internet, en tiempo real, a todo el mundo. No como un medio, forma o método en los que la justicia se hizo presente, sino como una constatación de que 'el sistema' funciona.

El enemigo de todo sistema 'optimista' no es el mediocre -quien a fin de cuentas puede ser reeducado, y de una u otra forma 'funciona' en la sociedad- sino el pesimista. Porque posee un punto de vista que trastoca desde sus cimientos la creencia en un mundo ideal. Lo ideal es pariente cercano de lo Óptimo, la categoría donde todo reluce, brillando y reflejando impasiblemente los rayos del sol. El pesimista enfocará su mirada no en los rayos que ciegan, sino en la sombra que proyecta, finalmente, todo ídolo, por iluminado que esté.

El sistema actual no tiene lugar para el pesimismo. Necesita erradicarlo completamente, deshacerlo, triturarlo, pero nunca, jamás, negarlo. Negar es conceder la razón, si quiera de manera provisional.

El pesimismo como tal, nombrado con todas sus letras, si se busca no aparece en lado alguno. Se le puede llamar depresión, angustia, escasez, miseria, apatía, irresponsabilidad, escapismo, evasión... pero la palabra misma, 'pesimismo' está prohibida tajantemente en ciertos medios. La televisión hace gala de la abundancia de sinónimos y parónimos que suplen la función de esa palabra. Sólo véase la proliferación de frases construídas como 'es deplorable la situación actual de...' 'esta lamentable administración de la justicia' o 'la dudosa capacidad del gobierno' para encubrir lo que realmente se quiere decir: 'la pésima situación actual...' o 'la justicia pésimamente administrada' o 'la pésima actuación del gobierno'. Añadir 'pésimo' en una frase es echar por tierra aquello que se afirma. La palabra misma conlleva un descenso en caída libre, un brinco al vacío, la demolición inclemente de todo sistema que se precie de sus virtudes intrínsecas.

Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
o sea que es como sacarse un cinco, pero uno sigue siendo el mismo cabrón feliz?
Francisco Arriaga ha dicho que…
más bien es el pensamiento de quien dice que 'sacarse un 10 es vanidad ya que el promedio no aparece en el título ni en la cédula profesional...'