El Vaticano tenía una cuenta abierta con Crispi, que había hecho erigir en una plaza romana un monumento a Giordano Bruno, víctima de la intolerancia eclesiástica, y ese día León XIII lo pasó en oración de expiación a los pies de la estatua de san Pedro.

...Lo triste es que sólo me faltan 20 páginas para terminar de leer la novela. Ojalá que Umberto no se tarde mucho en publicar la próxima.
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Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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