Cosas que no son ni serán. Jamás.


[Este post irá ampliándose en los próximos días, así que regrese entre semana para ver los avances.]

1.- Escribí un cuento muy críptico, hace quince o dieciséis años, llamado 'Calvario de luz'. Tratábase de un mártir del conocimiento que se revestía de cristiano creyente, para demostrarle al Creador con sus propios argumentos la inútil intervención de su ser en la vida cotidiana del mundo. Prometí a Simitrio revisarlo alguna vez, pero estoy convencido que eso es algo que no será. Las hojas andan extravidadas en algún fólder, y ese cuento lo escribí en máquina, cuando eran los tiempos en que ni siquiera sabía encender una computadora.

2.- Compuse también una ópera cuyo personaje principal era un zopilote mojado. Cantaba solos y arias con voz engolada, y la instrumentación incluía: saxofón, guitarra eléctrica, piano y clavecín. La idea es que el zopilote terminaba suicidándose enmedio del escenario, mientras los instrumentos prácticamente cedían ante una especie de 'slam' catatónico, muy inmerso en el rock sinfónico, y en el heavy metal. Escribí la partitura en hojas tamaño máquina partidas a la mitad, y como no tenía papel pautado, hacía las pautas a pulso alzado. Hoy también estoy convencido de que algo como aquello tenía nulas posibilidades de llegar a buen término.

3.- Hay tres libros que jamás podré traducir al castellano, aunque cualquiera de ellos me hubiese hecho inmensamente feliz:
  • Los Hieroglyphica de Pierio Valeriano,
  • los Elementa Recentioris Philosophiae de Benedicto Díaz de Gamarra y
  • el tomo XC de la Patrología Latina, con el primero tomo de las obras de Beda el Venerable.
Y no por falta de interés o recursos literarios o lingüísticos, sino por la falta de tiempo. De Pierio y de Beda tengo algunos bocetos, una veintena de hojas, que iban quedando muy bien, pero de repente dejé de verlos, y si han tenido suerte estarán escondidos y casi muertos en el fondo de algún cajón en algún mueble de la casa.

4.- Quien ha tenido el valor de leer los mayores bodrios que he escrito -a los cuales podría llamarse novelas, si dicho término no fuera desproporcionado en extremo-, y ha sobrevivido en la empresa, ha sido Simitro Quezada. Es muy indulgente, pero cuando critica, comienza dinamitando los cimientos. Hace todavía un par de años por algunos rincones de la casa circulaba un folder con unas 300 páginas escritas con algo que se supone sería una novela, pero el argumento, ambientes, tonos y demás eran tan malos, que abandoné el proyecto. Hay algunos pasajes que me gustaría rescatar, quizá en un futuro próximo, pero eso también es algo harto improbable.

5.- Interpretar lo que 'compongo' es algo que mis pocos amigos, lamentablemente, no tendrán la oportunidad de verme haciendo. Como alguna vez lo comenté en este mismo bló, lo que pongo en la partitura no lo escribo pensando en mis limitadísimas y prácticamente inexistentes cualidades o capacidades pianísticas, sino en una especie de ensueño donde frecuentemente esos monstruos entre monstruos aparecen. Pero esto ya es demasiada vanidad, así que escribir esos nombres tornaríase algo imperdonable. Valga decir que si sólo compusiera música que yo mismo pudiera ejecutar, no pasaría de tener los límites más modestos de los primeros ejercicios del método Beyer.
Encontré, sin quererlo ni buscarlo, un remedio contra la frustración prematura: aceptar que no soy pianista ni lo seré jamás, y en cambio, aceptar y vivir mi 'vocación' o 'llamado' a la composición. Quién sabe si alguna vez me será dado escuchar algo que compuse interpretado por algún buen pianista, pero este mundo da tantas vueltas que como es posible que el próximo año se acabe este miserable mundo y los mayas reafirmen su sabiduría ancestral, también es posible que de aquí a algunos lustros mi hija pueda escuchar algo que compuso su padre, y que no suena tan mal en las manos del pianista adecuado.

1468
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

Comentarios