Demasiados unos

Ayer fue la locura con eso del 111111111111. Que si el mundo se iba a acabar -a lo mejor sí, y escribo esto desde el limbo, desde una realidad alternativa donde mi psique irremediablemente jodida seguirá presa in sæcvla sæcvlorvm- que si alguien iba a morir despanzurrado contra el suelo y el vaticinio tuitero se cumplió, que si por fin el pastor evangélico le iba a dar la razón a Dios y se iba a achicharrar con los pocos lectores desprevenidos que hipotéticamente leerán esto, que si algunos como el Catón hicieron un alto para no perderse el histórico acontecimiento. Acá hasta le hicieron la segunda a la película Knowing, del Nicolas Cage y los alumnos de una primaria hicieron una urna que deberá ser abierta en un siglo -claro que no tuvieron en cuenta que acá las escuelas son repúblicas en minúsculo, y a un nuevo director le vale madres lo que haya pasando antes, y entre más pueda borrar las huellas de su predecesor, mejor-.
Como sea, ayer 1111111111111 y quién sabe cuantos unos más, estuve testeando obligado por la necesidad -no todos tenemos la fortuna de ser subsidiados por el gobierno al trabajar para una empresa de clase mundial, como el buen Sender- con un programita que ya no está recibiendo soporte, llamado Beini.
What a class of shit, man!
Más que emocionarme porque pude hacer lo que quería hacer, me dio escalofrío constatar que, efectivamente y como dicen los guercos que estudian acá la Ingeniería en Sistemas Computacionales, cargándolo en un simple telefonito inteligente -o smárt, si le place- puede sacarse la clave de un desdichado router de Tel-mex en menos de un minuto.
Y sí, trece segundos, con menos de 4,000 ivs, bastaron para reventarle el módem a algún vecino, que por cierto ha de estar igual de amolado que yo, ya que tiene un servicio raquítico, el más básico ofrecido por Tel-mex.
En fin, el mentado Beini mide menos de 50 megas, cabe en un minicd, es ligerísimo, y no se puso moños con mi tarjeta ar9285 recién comprada por la increíble cantidad de 200.59 pesos.
Algo me queda de ese día que ya se jué. Y es que lo bueno, como en el caso de los perfumes finos, también viene en envases pequeños, y en distros casi desconocidas que hacen maravillas donde los gigantes pueden fallar, como mi antes útil e inseparable Wifislax 3.0.

Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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