'Los nueve productos' o 'Estamos a tantitito así de que nos lleve la mierda a todos'.

En el colmo del espectáculo más denigrante, ayer No-ves-Dóriga lanzó en cadena nacional la noticia de una mujer que dará a luz nonillizos. Todo un fenómeno desde el punto de vista mediático, biológico, clínico y político también.

Una figurita con el número 9 relleno con biberones fue el fondo constante de este señor, que poco faltó para que cantara su teletonera y archiconocidísima rolita 'Nueve, nueve, nueve, nueve... la colita se te mueve!' -¿o no va así? Mierda, ya me quedé con la duda y habré de esperar al teletón de este año para ver si no me equivoqué-. En fin.

Al momento de pasar una minientrevista, con no más de una treintena de segundos de duración -y el AdalbertoMamón-es dijo que 30 segundos de tiempo aire en su programa constaban 20,000 pesos, que traducidos en pañales bien que pudieran haberle servido a esta mujer-, sucedió algo de proporciones cataclísmicas.

"Dice el doctor que los nueve productos están bien..."

Me pregunté si además de esta extraña aberración de una fecundidad escalar -primero uno, luego tres, después nueve... y quizá en 7 meses más tengamos un embarazo con  27 productos- esta mujer procesa algún tipo de excremento con el cerebro.

Entiendo que el médico diga que son 9 productos.

Entiendo que No-ves-Dóriga diga que son 9 productos.

Entiendo que el funcionario de gobierno -y su acompañante femenina que en ningún momento dejó de rumiar chicle, demostrando lo chafita de su educación- digan que son 9 productos.

¡Vamos! Hasta comprendo que el papá pueda decir que son 9 productos -y aquí cabe la disyuntiva: productos de qué? Respuesta 1: nueve productos de una calentura fantástica. Respuesta 2: nueve productos que serán bien cotizados en cadena nacional, y por el gabinete de gobierno en turno- y eso es ya mucho decir.

Pero que esta mujer diga que lo que lleva en semejante panza, son nueve productos... ¡Ufff! ¡A la mierda con esto!

No deseo mal alguno a ninguno de esos bebos no-natos aún. No deseo mal a esta mujer, como estoy seguro, nadie puede desear mal a quien no sabe ni cuándo ni cómo le llegó el temblor. Y si no se dijo en cadena nacional es porque es factible que alguno de esos bebos no sea lo suficientemente fuerte para sobrevivir fuera del útero materno.

Pero que la propia madre no se refiera a esos niños como sus hijos, sino como 'productos', en la más fría y clínica y cínica terminología médica, es algo que da asco, e invita a pensar el nivel de putrefacción social que vivimos ahorita, aquí nomás tras lomita, en México.

Sé que la entrevista ha de haber durado mucho más de 30 segundos, o veinte mil pesos. Sé que pudo hablar de 'mis hijos', o 'mis bebés'. Pero que ella se haya referido a esos niños no-natos -aunque hubiera sido una sola vez- como 'productos' es una soberana pendejada, auspiciada por otros imbéciles que juegan a la política con títeres engominados y encopetados.

Pero esta mujer no es la muestra de las demás mujeres de México. Se trata de una contundente excepción.

Mi esposa también lo dijo cuando escuchó lo de los productos: "a esa ¿qué le pasa?"

Esa mujer es la excepción en todos los sentidos, y por tanto, quizá es natural -como natural puede ser ese acto de fecundidad asombrosa- que diga cosas que oídas en otros labios, harían que se le diagnostique de psicópata o sociópata altamente peligrosa para la sociedad.

O eso, o es que estamos a tantitito así de que nos lleve la mierda a todos.

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Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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