The hours.


Todo sucede en su justo momento. Nunca antes ni después.

Por ello es que no me acongojo por lo libros que no he leído, o por las películas que no veré -aunque me gusta ceder a la melancolía, y saber que las cosas pudieron ser de mil formas distintas, y existirían otros mil 'yos' distintos de esto que soy.

Si la actuación de esa mujer increíble que es la Kidman fue la más floja del filme, esto sirvió para que los otros dos personajes resaltaran tanto, que terminamos creyendo lo que actúan.

A Kidman le faltó un poco más de carácter. La vemos adormecida, como en aquella escena donde fuma mariguana con el Cruise, en "Eyes wide shut". El problema no es tanto que también acá fuma un carrujito de yerba, sino más bien que los ambientes y los guiones eran incluso antagónicos. Mientras con Kubrick la mariguana es un pequeño lujo que sirve para afianzar eso que está perdiéndose por la rutina irremediable -la complicidad en los actos prohibidos- en Las horas el cigarro funciona como un gancho, puente inasible entre el mundo de la fantasía y la realidad cada vez más gris.

A pesar del suicidio, a pesar de la muerte, Las horas es un filme lleno de esperanza. Desborda esperanza.

Los diálogos finales, entre la Woolf y su esposo, donde éste pregunta precisamente ¿por qué tiene alguien que morir? son la médula y columna del filme.

'Para valorar más esta vida', es la única respuesta posible a tal pregunta.

El filme es un largo circumloquio. Entre la existencia desangelada de sus protagonistas, y la esclavizada existencia de quienes sometiéndose, renuncian a su popia existencia. Como Ed Harris en el papel de ese amigo moribundo, que sólo tiene a la mano un retrato de su propia madre, a un lado de los antivirales que le mantienen dolorosamente vivo.

El filme es una proclama en pos de la liberación de los yugos, esos traídos a cuestas años y años, que terminan sorbiéndonos el tuétano, y no sólo eso sino peor aún: siendo nosotros plenamente concientes de ello.

Por esto, quienes optan por zafarse, 'plantarse de frente ante la vida y ponerla en su sitio' son vistos como monstruos. Parias, desadaptados, ingratos.

La madre que abandona a su hijo no es la traición encarnada en el cuerpo de una mujer -que recibe el escalofriante 'castigo' de ver morir a su familia toda mientras persiste en una longevidad marchita-, sino el reclamo de poder 'ser' allende la maternidad, y el papel de amante que tiene ante el esposo que reclama y posee, sin entregarse y muy al contrario, reprochando en ocasiones tan especiales como su propio cumpleaños.

Streep está divina en este papel. Con esa existencia tan 'trivial' pero llena de recovecos, a punto de la inacción por esa suerte de previsión o premonición u 'omnivisión' que sólo puede vislumbrarse en Dios. Intentando mantener el equilibrio y centro en un mundo despedazado, incapaz de reconstruirse o enderezar el rumbo.

Al encontrarse cara a cara con la anciana madre del amigo suicida, se percata de la dualidad o reflexión ante lo que pudo ser su vida, de haber tenido el valor de 'elegir vivir'. Porque, finalmente, advierte que ella decidió 'morir en vida', y cargar con las consecuencias de un mundo en el que, finalmente, ella también es prescindible.

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Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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