Mierda. El professor Grossman tenía razón!


Esta es temporada de cine raro, bizarro, canalla, desahuciado.

Ayer le tocó el turno a ese filme israelí llamado 'Footnote'.

Una parodia salpimentada de humor negro, que juega muy bien sus cartas al retratarnos el decadente mundillo de los investigadores de esos temas que a nadie interesan, como no sea a un par de cucarachos encerrados en alguna abadía benedictina.

La trama es tan lineal que por eso mismo se permite las pequeñas argucias que ya dijera Borges en su 'Muerte y la brújula', un laberinto de una sola línea. La relación hijo-padre, agriándose minuto a minuto, en una resolución donde el ejemplo a seguir es el de un hombre que no se detiene ante nada con tal de lograr su cometido, muy al estilo occidental, pero esta vez magnificado por un sabor israelita donde esperamos por lo menos ver rabinos entrados en su papel, mientras dictan alguna cátedra universitaria. Pero ambos hombres no son rabinos, por más que ambos se especialicen en el Talmud, desde el punto histórico uno, y filológico el otro.

Grossman enumera los detalles, causas y razones por los que el padre no recibirá el premio Israel. El hijo no los escucha, y se lanza a la defensa del padre aún cuando sabe que algo no suena del todo bien, hundiendo sus garras en ese sentido común, que aparece relegado en esa relación amor-odio entre los protagonistas.

Una película que vale la pena ver, sin tomársela demasiado en serio, pero eso sí, también teniendo en cuenta que el argumento es un argumento totalmente serio.








Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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