Otro cuento, el mismo cuento: District 9, Elysium, Titanic.


'¡Claro!', pensará usted.

Pero nó, no se trata de lo que se piense, sino de cómo funcionan los entramados y cuáles fueron las urdidumbres de esos filmes, aderezados y maquillados por la maquinaria tremenda que requiere para funcionar de algunos cuantos insignificantes millones de dólares.

Si el director de los dos primeros filmes es el mismo, y el actor que alterna entre ambos parece ser el nuevo 'actor icónico' -casi 'marca registrada'de Neill Blomkamp-, también es cierto que ambos guardan parecidos enormes, que no es posible obviar ni pasar por alto.

La nave flotando -o estación espacial, ambas desempeñan la misma función en la trama- sobre la tierra, la sociedad polarizada, un ambiente violento y enajenado, son elementos que hermanan dichos filmes. Pero si la primer cinta juega con la hipotética llegada de una nave alienígena, exponiéndonos a la vez la posibilidad de que una civilización ajena a la nuestra posea tal nivel de avance tecnológico que aunque se permita realizar viajes interplanetarios, utilice no obstante obreros -una sub-raza- para las despreciables labores manuales que no pueden -aún- ser realizadas por robots, es a la vez la hiper-crítica del capitalismo actual a punto del colapso.

Lo inusual en este segundo filme, Elysium, es el happy-ending que, a toda costa, trata de hacer las pases con la moral decadente y pseudo-conservadora de la maquinaria hollywoodense.

El envío de las naves de rescate, verdaderos centros médicos del tamaño de un avión de carga, a los habitantes de la tierra, no es sino la amplificación de lo sucedido con los botes salvavidas que de poca cosa sirvieron a quienes no figuraban en la lista de los 'pudientes', en las últimas horas del Titanic.

Esta vez, el barco no se irá a pique. Permanecerá en lo alto, pentagrama misterioso que tanto recuerda al pentágono gringo, y muestra de un poder fantástico que no pertenece al común de los mortales, sino más bien, es botín de guerra para aquellos que aparecen en las listas de Forbes.



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Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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