'Por su nombre los conoceréis' ó 'Maléfica y la munición de salva'.


He tenido -lamentablemente- la oportunidad de constatar en más de una ocasión, la irreducible verdad que emparenta la pedantería y la suficiencia con la más depurada estupidez.

Y sobre esto último -la estupidez humana-, pocos habrá tan versados como aquellos cuentistas y fabulistas de antaño, quienes a punta de imágenes auditivas hacían estremecer a los oyentes, recreando y erizando los pelos de la nuca sin otro elemento que la palabra, y la fantasía aportada por el público. Sí, los asistentes participaban activamente, aportando y no sólo recibiendo. Y a pesar de lo devaluado del término, un 'oyente' en aquel entonces era el equivalente del interlocutor, alguien a quien podía adoctrinársele, amonestar, aconsejar, mas en momento alguno se menospreciaba o 'ninguneaba'.

Pero, en algún punto, las tecnologías basadas en la animación gratuita, donde el elemento visual tiene más peso que el argumento, se permitió prescindir de esto último, evitando proveer argumento alguno y vertiendo sobre el espectador una mirada prefabricada y estereotipada, donde es posible -al modo de un rompecabezas conceptual- cambiar una parte sin que sea notoria la alteración del conjunto total, por más que se quiera mantenga su forma totalizadora.

Si cambiamos elementos de lugar -es decir, 'desplazamos'- no sólo estamos haciendo algo 'nuevo', sino destrozando lo 'antigüo', lo anquilosado. Vá. Se acepta. A eso jugaba Cortázar cuando escribió Rayuela, la más conocida anti-novela. Pero, en el caso de los cuentos infantiles, y las historias 'fantásticas' que se nos obliga a consumir, esto mismo no es aplicable, no es válido.

'Malum facere', hacer lo malo, hacer mal, es un nombre horrible -y quién estaría tan falto de sus cabales como para bautizar a un 'hada' que para colmo, resulta ser la guardiana del bosque encantado- y si a esto tenemos que la misma guardiana es el ápice de la fealdad estilizada -alas de murciélago, cuernos magníficos- veremos una estructura narrativa que se cae sin que sea necesario más que echar una mirada con algo de crítica sobre el guión y finalmente, sobre el filme.

El atractivo visual, esa Jolie atormentada, buscando transfigurarse y jugando a alternar el 'amor' con el 'odio', ha embelesado a espectadores y críticos por igual. ¿Qué otra cosa podía pedirse y esperarse, que un filme como ese, de la industria holliwoodense, en los tiempos que corren?

Mercancía, producto, campaña de publicidad muy ad hoc, el relativismo y esa estructura a lo Lego, sólo indican el grado de descomposición que sufre la ideología, la moral y la ética en todos los ámbitos, y pareciera que en todos los países del orbe.

Satán, en el Jardín, sigue ofreciendo manzanas. Y el hombre, ávido de/por saber, sigue endilgándolas, sin detenerse a pensar en las consecuencias.

Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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