De scriptura sacra atque prophana.


¡Ah, esa infame necesidad de materializar la palabra, el verbo! Entre mis caminatas de mañana y tarde, la observación involuntaria de esas calles ardientes y el sufrimiento por el sol cayendo a plomo, se mezclan las horas pasadas bajo el amparo de un aire acondicionado que falla de vez en vez, pero cuando funciona bien hace más llevadera esta rutina de casi 10 años.

Pero lo que me lleva a publicar esta entrada es algo más mundano, a la vez que algo que roza algún tipo de comunicación con el Creador Supremo.

En la misma semana, hace ya un par de meses, encontré estos documentos extraños. El primero -por haberlo encontrado debajo de un gabinete de cpu en el centro de cómputo, sé que fue un bateo de aquellos al más puro estilo de Babe Ruth- dice lo siguiente:

"Te queria decir que estas muy guapa y te quisiera invitar a salir.
Si aceptas deja la nota pegada en la esquina donde estan las escaleras electricas."

Y aquí, la evidencia del bateo fenomenal:


La segunda es más compleja. Vi los pliegos de papel tirados a un lado de la banqueta, en la maleza. Por la escritura apretada, pensé que se trataba de alguna 'cadena' de esas que cada vez son menos comunes y que prometen favores y desgracias al parejo, escrita por alguien con necesidades extremas.

Pero el carácter del texto, la caligrafía, las formas de la escritura, me llevan a pensar que se trata de un ejercicio hecho por una mujer de más de 50 años, con la educación que podría haber adquirido en un nivel de preparatoria, y lo suficientemente motivada para pensar que, en un momento dado, su comunicación con la divinidad puede ser eficiente, un tanto a favor.

Eran 9 folios, escritos todos con características uniformes. Va la evidencia de esto, pero no la transcripción. Si Vd., estimado lector, no puede leer el texto, le diré 2 cosas: primera, no se pierde de gran cosa, y 2da., de poder leer íntegra la perorata, estoy seguro que la emoción y el misterio que encierran esas hojas dejarán automáticamente de existir.


Confío que en el primer caso, el escritor en ciernes haya tenido el valor de insistir, no todo está perdido aún cuando se haya recibido previamente un no.

En el segundo caso, espero que los ruegos hayan sido respondidos. Y quién sabe, quizá en la catarsis de la escritura, cual copista medieval, pudo haber encontrado la escribiente una respuesta a la súplica. Sabemos que el silencio, la paz y la higiene mental andan tan escasos que, para haber escrito eso, se requirieron algunas horas en un lugar tranquilo y plácido, lejos del bullicio de las conexiones wifi y de la mala influencia de la fotocopiadora.

Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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