El mejoralito y la gangrena: el AMLO que México no quería pero necesita hoy más que nunca.


Una doble advertencia al hipotético lector:

Primera. Me considero un panista de cuna, panista fue mi abuelo, mi madre, panista me considero aunque no 'milito' activamente.

Segunda. Mi mujer me anima a escribir esto. '¿Por qué no escribes algo sobre lo que está pasando? Es algo histórico, ¿por qué no escribes tu opinión para poder leerla en algunos años?´, me dio la semana pasada.

Así, pues, comienzo.

Hace un par de años no pensé, ni como mera posibilidad, votar por alguien que no fuese panista, menos aún, por alguien tan antagónicamente distante en ideología, historia y visión.

Quien me orilló a esto fue, paradójicamente, el malogrado Fox. Que recién dejada la presidencia comenzó a promover su idea de legalizar el uso de la mariguana y demás disparates. Posteriormente vinieron esos datos tan difícilmente refutables de las relaciones políticas y familiares de Anaya, su ruin comportamiento al interior del PAN y ese enconamiento contra Zavala. Difícilmente podrá ser menos peor en el trato diario y doméstico alguien tan políticamente vil.

Al mirar y sopesar esa desgracia en que se nos convirtió el PRIAN en tan sólo dieciocho años, no pude menos que advertir hasta dónde esa 'corrupción' de la que habla Obrador es en verdad la fuente de todos los males. Y no solo como un discurso político, o como un discurso moral tan siquiera. Nada de eso.

Hace un par de años, en una reunión con el actual obispo de la diócesis, éste nos dijo, casi a la letra:

Hay una contradicción dolorosa en el seno de la iglesia católica aquí en México. No es posible que los mexicanos sigamos siendo estadísticamente quienes cuentan con mayor población de católicos en cuanto país, y que como país ocupemos el primer lugar a nivel mundial en el deshonroso podium de la corrupción. Como católicos, hay algo que los mexicanos no hemos estado haciendo bien.

Nos hemos acostumbrado tanto a la corrupción, a la mordida, al tráfico de influencias, que efectivamente, esto se ha convertido en la moneda corriente que mueve política, organizaciones, instituciones, credos, cosmovisiones. Los cuadernos de la abundancia que circulan fotografiados en las redes, escritos por los Duarte son testimonio de ello. Un maquiavelismo naco, tercermundista, pero que deja indudables excelentes dividendos.

AMLO adolece de una visión utópica [no me atrevo a usar la palabra 'mesiánica', esto dista muchísimo de ello] de México. Cualquiera con un centenar de páginas leídas puede saberlo. AMLO hizo lo propio, al imitar el 'hoy' de Fox con un discurso actualizado. 'Acabar con la corrupción y la impunidad' fue prácticamente su lema.


Esa corrupción de la que hablé, hizo posible que fuesen suficientes sólo dieciocho años para mandar por el caño al PRI, al PAN y también de paso al PRD. México tiene un mal que ha inoculado esa gangrena en prácticamente todos los ámbitos. Y lo que hicieron el PAN y el PRI fue sólo tratar de paliar el malestar. Cuando veo esos spots, de venerables señoras reprochando 'esa guerra absurda' emprendida contra el narco que se echa en cara a Calderón, me quedo estupefacto. ¿Realmente es, fue una guerra absurda? Vivo en una ciudad donde las balaceras han llegado hasta la esquina de la cuadra donde vivo. Donde las ráfagas nos despiertan a las tres de la mañana y donde las peticiones presentadas en la celebración eucarística incluyen el nombre de varios desaparecidos, que van cumpliendo un año y otro y otro, cuyos familiares aún esperan que regresen.

Antes que esta guerra, el PRI tuvo la oportunidad de atacar el problema, y no lo hizo. Cantiflas, enfundado en su uniforme y con el 777 a cuestas, lucha contra traficantes de drogas. Era 1978, y los criminales ya tenían acceso a granadas de fragmentación y armas de grueso calibre.

Lo que Calderón hizo fue tratar de atacar y encontrar una solución al problema. Cortar de tajo, sabiendo que sería un proceso doloroso y que, finalmente, correría sangre. Con lo que no contó fue con el botiquín saqueado, vacío, donde no había más que unos mejorales, quizá algunas aspirinas y nada más. La gangrena se expandió y sobrepasó aquel primer intento de contener el mal.

Obrador ha hecho hincapié en esto. Nos estamos ahogando en la corrupción, y reconozco la genialidad de sus propuestas, incluidas la polémica propuesta de una amnistía.

Señores: una amnistía no se trata de un permiso para delinquir. Se trata de hacer tabula rasa, ofrecer a criminales la oportunidad de hacer bien las cosas. Y en caso de no hacerlo, emplear todo el peso de la ley, sin dudar y sin que tiemble la mano. ¿Qué tanto por ciento existe de posibilidades de hacer esto una realidad, llevarlo a la práctica? No lo sé.

Y estoy seguro que conmigo, hay otros muchos millones de mexicanos más. A Obrador muchos no lo queríamos, seguimos viéndolo con algo de recelo, sabemos que puede suceder lo mismo que Fox a quien no bastaron los buenos deseos sino que era también necesario tener mayoría en las cámaras para hacer que 'su proyecto' funcionase. Y por eso a Fox y a su sucesor, Calderón, les salió el tiro por la culata.

Pero, aunque no lo queramos, sabemos que en este momento, es lo que México necesita. ¿Son suficientes seis años para instaurar una dictadura al modo venezolano? No me lo parece. En todo caso, confío que esa masonería rancia y vendepatrias haga lo que ha sabido hacer tan bien desde hace doscientos años -y poco más-: boicotear cualquier intento que haga este país de ser un país grande independiente, fuera de las órdenes y lejos 'de las alas' de los Yunaites Estates.

Así pues, nada hay por perder. No echo las campanas al vuelo, porque, ¡vaya! Esto de cortar de tajo y buscar una solución a la gangrena que ha inundado a México ha de costar sangre, sudor y lágrimas. Pero los mexicanos lo sabemos, y si ya estamos viviendo eso, que por lo menos sea con una finalidad, o, mínimo, con una intención.

Es preferible tener un México amputado, a dejar que México siga desangrándose y finalmente, se nos muera.

1707.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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