Series en serio: Electric dreams, The sinner y The Purge.


Electric Dreams causó algo de revuelo, prontamente opacado por Alterd Carbon, a la que pesó en demasía la publicidad pésimamente llevada en estos lados donde lo más sobresaliente fueron las promesas de varios desnudos generosamente frontales de cierta actriz mexicana.

Altered Carbon y Electric Dreams adolecen de algo común: la precipitación. La primera, con un tono petulante que juega a la filosofía una y otra vez, confundiendo la conciencia con la memoria -tal como lo han hecho infinidad de películas, entre las que sobresale más o menos bien librada una película filmada por esa compañía monstruosa que está luchando por colarse en Cannes, y que encarna en una inteligencia artificial llamada 'Tau'- y que, más que una mera ucronía o distopía, nos muestra un futuro muy improbable aunque anhelado y soñado por el ejército de escritores y directores atraídos por ese género.

Electric Dreams es díficil de catalogar, no por la calidad de los episodios sino por la desigualdad rítmica que se aprecia entre ellos. Aquí es más evidente esa sensación de estar jugando con el reloj en contra, para filmar episodios que buscan estar cerrados, cuando se requeriría para algunos de ellos por lo menos otras dos o tres partes. ¿Acaso hay alguien que piense y tenga la osadía siquiera de proponer que algún libro de cuentos escrito por Borges, Cortázar o Benedetti soportaría el traspaso al formato del guion de tal forma que cada uno de sus cuentos cupiese en un apretado episodio de sesenta minutos? El cuento de 'La muerte y la brújula' necesitó por sí solo una película que se tomó un mar de licencias con tal de salir bien librada de la empresa. Ni qué imaginar lo que requerirían el resto de los cuentos incluidos en ese volumen. La misma licencia se han tomado los guionistas de Electric Dreams al añadir el petulante 'based on'.

A pesar de todo, merece la pena y el tiempo de una mirada, aunque requerirá de toda su paciencia. Advertido está.

The Sinner está resultando ser una saga muy a lo Dan Brown. Con un protagonista que pareciera estar librando sus doce pruebas al modo de Hércules, entrando y saliendo de sus infiernos personales en una especie de rito de iniciación del que no se sabe, llegado al último estadio, qué habrá de brotar. La segunda temporada tiene un fallo tremendo. Nos deja de lado 'al villano de la película' y nos endilga un remedo de 'becerro expiatorio' que no lleva a más. Es inquietante no saber qué llevó a los guionistas a malbaratar una temporada que, después de la brutalidad de la primera entrega, necesitaba una dosis altísima de adrenalina y nervios bien templados. Se nos queda debiendo -¿se quedaron en el tintero?- un sacrificio o un asesinato. Pero mírela Vd.; si esto sigue como parece que seguirá, será muy interesante ver en dónde terminará todo eso.

The Purge está resultando cansina y repetitiva hasta el extremo. Aquí el problema es la administración de los tiempos en el desarrollo interno de la historia, o lo que sería lo mismo dicho de otra forma: la dosificación. Se advierte que los guionistas estuvieron más que tentados en resolver ese problema siguiendo el esquema propuesto por '24'. Eso les daría doce episodios centrados en una hora específica de esa noche idealizada tan grotescamente por la ideología y el 'modus operandi' norteamericanos. A fin de cuentas, el argumento de 'The Purge' tanto en su forma seriada como en las películas que conforman esa saga, es una metáfora del 'derecho a matar' que se ha adjudicado la nación estadounidense desde que fue fundada como tal. Si no tiene otra cosa más importante por hacer, y dispone de una buena ración de palomitas de maíz o alguna fritura baja en calorías y carbohidratos, esta es una buena opción para pasar el rato.

1716.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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