Misticismo. The Sounds Of The Vanishing World.

Kroke.

Cracovia.

A horcajadas entre oriente y occidente, el oyente mexicano contemporáneo busca el misticismo entre la obra sinfónica y coral de Arvö Part y las composiciones de Jorge Reyes. No podía ser de otro modo, lejos nos quedan el canto gregoriano, el coral mormón y el motete italiano.

Y cuando apuesta por algo más exótico termina oyendo el sítar de Shankar o los cantos nórdicos.

Pero, ¿acaso puede hablarse de un misticismo 'de a pie', es decir, que no se base ni busque lo excéntrico ni lo exótico, sino que hurgue precisamente en lo cotidiano para hacer brotar el dormido deseo de la danza, la oración y, después, cual colofón, la meditación o contemplación?

Cuando escuché por vez primera de manera íntegra el álbum de Yanni, 'In my time', inmediatamente percibí que, más allá de la música y de esas armonías, la distribución de los tracks tenía un arreglo de tipo místico, o cósmico, si se quiere. Que algunos de los tracks de este álbum se consideren dentro de la más pura corriente new-age no es mera coincidencia, pero no recuerdo haber leído -al menos no hasta el momento-, que alguien más haya notado ese carácter programático del álbum.

Pasarían varios años hasta que escuché otro álbum que también está diseñado, distribuido de tal modo, que el oyente no prevenido dejará pasar de largo como un montón de tracks sin aparente ilación alguna.

El título es una trampa para incautos.

El mundo que desaparece, desintegrándose bajo los pies, diluyéndose entre las manos, pulverizándose ante los ojos, no es otro sino el mundo presente, infinito en su transcurrir, contra el que topamos apenas acallada la alarma matutina. Día tras noche, el mundo como tal se rehace, rehaciéndonos también a nosotros en esa rutina engañosa y fiel.

Kroke consiguió, desde una tradición judía o askenazi si se quiere, traspasar los ámbitos de la instrumentación, insertándose en una armonía más amplia y también más rica. No estamos ante un álbum que demuestre o abogue por la superación o negación de la música klezmer en cuanto tal, sino ante un álbum que, echando mano de esa trampa para incautos, es capaz de tomar de la mano la rica tradición askenazi y permitirle llegar hasta nuestros días como una propuesta válida.

La puerta que ofrece para quien esté dispuesto a franquearla llevará al atrevido a encontrarse con otra forma del misticismo.

¿Cuántas páginas podrían llenarse tratando de hacer una exégesis, un análisis del mero orden de los tracks que rompen con toda la tradición filosófica griega y aristotélico-tomista para presentarnos un orden escandalosamente revolucionario como el que encontramos en este álbum?

A la progresión de tierra-agua-aire-fuego y aquel 'quinto elemento', Kroke propone:

tierra-aire-amor-fuego-agua.

Ni más ni menos, una invitación y un desafío.

1745.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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