Eso me pasa por leer a Ranke antes de ir a dormir.

Dos y media de la mañana.

Tentado estuve de dejar la cama y ponerme a escribir. Carajo, de repente he dejado ir algunas ideas, pero supongo que no eran muy buenas ya que no logran pasar la prueba de recordar lo soñado inmediatamente después de abrir los ojos al finalizar el descanso nocturno.

Estoy preparándome psicológicamente para el trancazo del tostón, que seguro no será tan tenue que pase 'desapercibido' y no será tan fuerte que me obligue a comprar una moto para romperme la crisma en el boulevard del pueblo.

Con todo, me percaté que nací en el 74. Es decir, que solamente 30 años antes, estaban las Europas a todo lo que daban, a punto de salir de la Segunda Gran Guerra, y un año antes de que los vecinos del norte decidiesen que eran los dueños y señores de las vidas de millares de ciudadanos japoneses y por ello mismo se arrogasen el derecho de cocinarlos a las brasas.

En este momento, me encuentro igual de lejos de Kurt Cobain que lo que mis padres estaban de Hitler, cuando se casaron y me dieron chance de llegar a estos lares.

También hice cuentas y, digamos, en veinte años, quedará uno o dos alemanes que hayan participado activamente en la Segunda Gran Guerra, o judíos que hayan tenido familiares destinados a perecer en los campos de concentración. En treinta y cinco años habremos perdido todo 'contacto directo' con el genocidio judío, y también con la matanza alemana.

Quién me obliga a leer a Ranke antes de dormir.

Pero carajo, así era la vida hace 30 años, cuando tomaba apuntes en una libretita que todavía ronda por algún rincón de la biblioteca.

1770.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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